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¿Deberíamos acostumbrarnos a cielos anaranjados por el cambio climático?

Este fenómeno, ha alcanzado niveles alarmantes en los últimos años.

Un barco solitario navega por el East River de Nueva York el 7 de junio de 2023. Mientras los vientos arrastraban hacia el sur el humo de los incendios forestales canadienses, gran parte de Estados Unidos se vio envuelta en una humeante niebla tóxica, algo que, según los expertos, puede ocurrir con mayor frecuencia a medida que el planeta se calienta.

Fotografía de Jake Price

CIUDAD DE MÉXICO.- El imparable avance del cambio climático nos enfrenta a una realidad cada vez más amenazante: la proliferación de incendios forestales que, además de devastar vastas extensiones de tierra, están transformando nuestros cielos en tonalidades anaranjadas y llenando el aire de humo tóxico. Este fenómeno, que ha alcanzado niveles alarmantes en los últimos años, no solo afecta a las áreas cercanas a los focos de fuego, sino que su alcance puede extenderse a cientos e incluso miles de kilómetros, como hemos presenciado recientemente en la costa este de Estados Unidos.

El fotógrafo de National Geographic, Stuart Palley que ha documentado más de 125 incendios forestales en California durante la última década, nos comparte algunas reflexiones y consejos prácticos para minimizar la exposición al aire nocivo una vez que este alcanza nuestras ciudades y comunidades.

Es innegable que los incendios forestales están empeorando, y las cifras hablan por sí solas: en Estados Unidos, las peores temporadas en términos de hectáreas quemadas se han registrado desde 2004, con récords anuales en superficie arrasada, viviendas destruidas y vidas perdidas. Estamos ante un escenario donde los “eventos de humo” que afectan a poblaciones enteras son cada vez más frecuentes y probables, alimentados por condiciones climáticas extremas como el calor, la sequía y un déficit de presión de vapor cada vez más acentuado, todos ellos impulsados por el cambio climático.

¿Qué podemos hacer ante esta realidad?

Aunque no podemos cambiar el curso del clima ni controlar la dirección del humo, sí podemos tomar medidas para protegernos y prepararnos para lo peor:

  • Monitorear la calidad del aire: Es fundamental mantenerse informado sobre la calidad del aire en nuestra zona. Instituciones como el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de Estados Unidos proporcionan un Índice Nacional de Calidad del Aire en tiempo real, que clasifica el nivel de contaminación de forma codificada por colores. Permanecer en interiores puede ser la mejor opción para quienes tienen la flexibilidad de trabajar desde casa, mientras que aquellos que deben trabajar al aire libre deben limitar su actividad física y seguir las recomendaciones locales, que incluso podrían incluir el uso obligatorio de mascarillas en días de alta contaminación.
  • Utilizar mascarillas de alta eficiencia en exteriores: Las mascarillas N95 o superiores son cruciales para filtrar las partículas de humo y proteger las vías respiratorias. Es importante asegurarse de que la mascarilla ajuste correctamente en la cara para evitar la inhalación de humo.
  • Mejorar la filtración del aire en espacios interiores: Mantener filtros de aire clasificados para partículas pequeñas en sistemas de ventilación centralizada, así como considerar la implementación de sistemas de filtración de aire ad hoc en habitaciones específicas, puede reducir significativamente la exposición al humo en el hogar u oficina.
  • Cuidar la salud ocular: El uso de colirios lubricantes puede aliviar la irritación ocular causada por las partículas en suspensión.
  • Abastecerse de suministros con anticipación: Es recomendable tener a mano los suministros necesarios para hacer frente a episodios de humo e incendios forestales, ya que la demanda puede agotar rápidamente las existencias durante la temporada alta de incendios.
  • Considerar la evacuación en caso de alto riesgo: Aquellas personas identificadas como población de alto riesgo, especialmente aquellas con afecciones respiratorias o cardíacas, deberían evaluar la posibilidad de abandonar las áreas afectadas por el humo, siguiendo las indicaciones de las autoridades sanitarias.

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Si bien el panorama puede parecer desalentador, cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la protección de nuestra salud y bienestar frente a los crecientes desafíos que plantea el cambio climático y los incendios forestales. Adoptar medidas proactivas y estar preparados para hacer frente a estas emergencias es esencial para mitigar los impactos negativos en nuestras comunidades y en el medio ambiente en general.

Con información de Natgeo.

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