Qué hacer si te despiertas entre las 3 y 4 de la madrugada y no puedes volver a dormir
Especialistas explican que este fenómeno común no siempre es insomnio, sino parte de los ciclos naturales del descanso y su evolución a lo largo de la vida.

En la quietud de la madrugada, un fenómeno compartido por una porción significativa de la población tiene lugar: el despertar espontáneo entre las tres y las cuatro de la mañana. Quienes lo experimentan suelen despertarse con la mente despejada, sin una causa evidente, iniciando una lucha interna por recuperar el descanso.
De acuerdo con análisis recogidos por medios especializados como Infobae, esta situación dista de ser un padecimiento aislado y se presenta con mayor frecuencia conforme avanza la edad. La doctora Odile Romero, jefa de la sección de neurofisiología de la Unidad del Sueño del Hospital Vall d’Hebrón en España, aclara que, en numerosos casos, esto no constituye un diagnóstico de insomnio, sino una manifestación de la mecánica inherente a nuestros ciclos de sueño.

“El acto de dormir es una función vital, comparable a procesos como la respiración o la digestión. Es un error conceptual creer que el sueño es un estado uniforme y continuo a lo largo de toda la noche”, precisa la especialista, quien también forma parte del grupo de trabajo de insomnio de la Sociedad Española del Sueño. Comprender la arquitectura del descanso nocturno es el primer paso para desmitificar estos despertares.
Los dos pilares que gobiernan el descanso
La regulación del sueño depende de la interacción de dos mecanismos neurobiológicos fundamentales. En primer lugar, se encuentra el proceso circadiano, nuestro reloj biológico interno. Este sistema establece el ritmo natural de vigilia y sueño, sincronizado con el ciclo de luz y oscuridad. Al ser seres de hábitos diurnos, la propensión fisiológica es mantenerse despierto durante el día y dormir cuando cae la noche.
El segundo pilar es el proceso homeostático. La doctora Romero lo describe de manera gráfica: “La necesidad de dormir se acumula progresivamente desde el instante en que abrimos los ojos por la mañana.
Es similar a un recipiente que se va llenando de manera gradual a lo largo de la jornada”. Esta presión homeostática alcanza su punto máximo cuando llega la noche, impulsándonos a conciliar el sueño.
La arquitectura del sueño y su progresión natural
Durante el reposo nocturno, el cerebro transita por una serie de etapas que se organizan en ciclos sucesivos. Cada uno de estos ciclos integra fases de sueño ligero, sueño profundo —crucial para la restauración física— y la fase de movimientos oculares rápidos (MOR o REM), indispensable para la consolidación de la memoria y el restablecimiento de las capacidades cognitivas.
“Al despertarnos en la mitad de la noche, es probable que hayamos finalizado uno o dos de estos ciclos completos”, señala la doctora Romero. El primer ciclo suele extenderse por aproximadamente tres horas.
Al concluir, el nivel de alerta del organismo se incrementa de forma natural, y el cuerpo se torna más susceptible a cualquier estímulo, ya sea interno o externo. Esta mayor sensibilidad es la razón por la que muchas personas se despiertan sin un desencadenante obvio.
La influencia de los años en la calidad del sueño
Uno de los factores más determinantes en la frecuencia de estos episodios es el proceso de envejecimiento. Con el paso del tiempo, la necesidad total de horas de sueño tiende a disminuir. Paralelamente, la estructura del descanso se modifica, volviéndose más fragmentada y menos profunda.
“El sueño se torna más frágil. Los periodos de sueño profundo se acortan y los despertares se hacen más comunes”, explica la neurofisióloga.
Esta fragilidad natural puede verse exacerbada por la reacción misma de la persona al despertar. “Si al abrir los ojos a las 3 de la mañana nos invaden los nervios y comenzamos a preocuparnos por el tiempo de descanso perdido, la ansiedad resultante activará nuestro sistema nervioso, dificultando enormemente la vuelta al sueño”, asegura Romero.
El estrés y la aprensión por no dormir suficiente se convierten, así, en un círculo vicioso que perpetúa el estado de vigilia.
Estrategias para facilitar el retorno al descanso
Frente a este escenario, los expertos recomiendan adoptar una serie de conductas sencillas pero efectivas para no interrumpir el proceso natural de volver a dormir. La primera y más importante es evitar la tentación de consultar el reloj. Conocer la hora exacta solo alimenta la ansiedad y los cálculos mentales sobre las horas de sueño que restan.
Asimismo, se desaconseja totalmente el uso de dispositivos electrónicos como teléfonos inteligentes o tabletas. La luz azul que emiten estas pantallas inhibe la producción de melatonina, la hormona del sueño, enviando una señal de alerta al cerebro que le indica que es hora de despertar.
En su lugar, se proponen técnicas de relajación, como la respiración diafragmática lenta y profunda, que ayuda a calmar el sistema nervioso.
Si el estado de vigilia se prolonga más de lo habitual, una opción viable es levantarse de la cama por un breve periodo. Realizar un paseo tranquilo por la habitación o incluso trasladarse a otro espacio de la casa para realizar una actividad tranquila y monótona, como leer un libro con luz tenue, puede inducir nuevamente al cansancio. El objetivo es romper la asociación mental entre la cama y la frustración de no poder dormir.
Menos sueño no equivale a un sueño de mala calidad
Es fundamental recalcar que experimentar despertares nocturnos no es, por sí mismo, un indicador de una salud deficiente. Se trata de una característica inherente a la regulación del sueño humano, que se acentúa en las etapas más avanzadas de la vida. La conclusión de los especialistas es clara: la necesidad de descanso disminuye con la edad y la solidez del sueño se reduce.
La clave, por tanto, reside en la gestión de la respuesta ante estos eventos. Comprender que forman parte de la fisiología normal del descanso permite abordarlos con mayor tranquilidad.
Adoptar hábitos saludables y mantener una perspectiva serena no solo puede reducir la frecuencia de estos despertares, sino que, sobre todo, facilita que el retorno al merecido descanso sea rápido y natural, permitiendo que el cuerpo siga su propio ritmo hacia el amanecer.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí