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¿Te molestan demasiado algunos ruidos comunes como masticar, teclear o respirar? Podrías tener este trastorno neurológico llamado misofonía

Este trastorno neurológico provoca que te afecten ruidos cotidianos específicos que quizás a nadie más le molesten.

No es solo “molestia”. Para algunas personas, sonidos cotidianos (como masticar, teclear o respirar) desencadenan reacciones intensas: opresión en el pecho, ira o ansiedad.

Se llama misofonía, un trastorno neurológico real, aunque poco conocido.

Álvaro Fernández, divulgador de salud conocido como Farmacéutico Fernández en TikTok, lo explica así:

Si te molestan ruidos que no molestan a nadie más hasta el punto de enfadarte, es posible que sufras misofonía”.

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¿Cómo se siente vivir con este trastorno?

Vivir con este padecimiento puede provocar reacciones físicas y emocionales, ya que los sonidos disparan una molestia profunda y no solo incomodidad pasajera.

Esto también puede generar problemas en la vida social, sobre todo incomprensión de parte de las personas que no lo padecen, pues evitar reuniones o pedir adaptaciones (como que alguien no mastique cerca, por ejemplo, o que no respire “tan fuerte”) puede generar incomodidad en los demás.

Algunas personas que padecen misofonía pueden practicar adaptaciones sencillas, como usar audífonos con cancelación de ruido, practicar técnicas de respiración, o bien, comunicar sus necesidades con claridad.

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¿Qué causa la misofonía?

La ciencia aún investiga, pero se sabe que:

  • El cerebro procesa diferente los sonidos, interpretándolos como amenazas.
  • No es un problema auditivo, sino neurológico.
  • Puede relacionarse con condiciones como ansiedad o trastornos obsesivo-compulsivos (TOC).

¿Existe tratamiento?

No hay cura, pero se maneja con:

  • Terapia cognitivo-conductual: Para controlar respuestas emocionales.
  • Exposición gradual: Acostumbrarse a sonidos detonantes en entornos seguros.
  • Apoyo emocional: Grupos de ayuda o psicoterapia para reducir el aislamiento.

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Cómo apoyar a alguien con misofonía

  • Evita minimizar su experiencia: Frases como “es solo un ruido” aumentan su frustración.
  • Ajusta hábitos sencillos: Bajar el volumen al comer o evitar repetir sonidos cerca de ellos.
  • Infórmate: La empatía nace al entender que su reacción es involuntaria.

Si identificas estos síntomas, consulta a un neurólogo o psicólogo especializado. La misofonía no define a una persona, pero reconocerla mejora su calidad de vida.

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