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Silvana Estrada se reúsa a ser un producto desechable en la música

Este viernes lanza su álbum debut "Marchita", prefiere guiarse por la esencia de algunos de sus ídolos, como la española Silvia Pérez Cruz y su vida "tan especial y tan serena".

Nueva York, Estados Unidos.- Silvana Estrada a sus 24 años, está a punto de sacar al mercado su primer disco en solitario, la destreza dela mexicana ha llamado la atención de los medios más potentes de EE.UU., sin embargo, la cantante afirma que hará todo lo posible para que la industria de la música no la convierta en un producto de usar y tirar.

En todas las industrias hay una hiperexplotación y un descuido de la salud emocional y física", cuenta a Efe Estrada en uno de sus primeros días de su gira de 25 conciertos por Estados Unidos, donde medios como el New York Times, el Washington Post o la revista Rolling Stone han querido charlar con la joven.


"Al ver cómo funciona el mundo y al ver que no hay suficiente atención a cuidar la felicidad como institución, intento tener yo ese cuidado", agrega la cantante, que dice quiere avanzar en su carrera "con mucho cuidado", respetando sus "tiempos".

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Lejos de dejarse cegar por las imponentes luces de Times Square, la artista de Veracruz, que este viernes lanza su álbum debut "Marchita", prefiere guiarse por la esencia de algunos de sus ídolos, como la española Silvia Pérez Cruz y su vida "tan especial y tan serena", o el icono brasileño Caetano Veloso, del que admira "lo longeva que ha sido su creatividad".

"Siempre intento entender cómo lo ha logrado, cómo no se lo comió la industria (de la música) nunca, cómo no se lo comió el cansancio, cómo siempre está escribiendo y pensando y creando", dice Estrada sobre el guitarrista y compositor brasileño de 79 años.

Aunque se adentró en el mundo de la música hace tan solo cuatro años, a ella ya se la ha empezado a comparar con otra enorme figura de la música, su compatriota Chavela Vargas, por la profundidad de sus canciones y los crudos lamentos que dibuja con el vaivén de tonos agudos y graves de su voz.

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Una comparación que podría suponer un enorme peso para cualquiera, pero que Estrada se toma como un simple argumento comercial que no tiene nada que ver con ella.

"Puede tomarse como una presión, porque en cuanto alguien te compara, hay una figura que hay que llenar de alguna manera", asegura la cantante y compositora, que admite que es una "labor de mucha resistencia, de mucha concentración" no dejarse llevar por esa equiparación.

"Creo que lo que me ayuda es entender que las comparaciones las necesita más el exterior que el interior. (...) Son necesidades del exterior, de la gente, son necesidades de los festivales, de los críticos... Y está bien, a mí me da mucho gusto que me comparen con Chavela. Yo no lo haría porque no hay comparación con Chavela, nadie nunca va a ser como Chavela", declara.

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En su álbum "Marchita" Estrada se deja influenciar por el jazz pero también echa mano de la música folclórica de su país, del son jarocho de Veracruz y de la música latinoamericana, una combinación que sin embargo desemboca en canciones minimalistas, alejadas de las producciones más modernas.

"Me daba mucho miedo que envejecieran rápido estas canciones, que son atemporales. Me gustaría mucho que mi música en general tuviera esa cualidad de pertenecer a cualquier década", explica.

Encontrar ese sonido no fue fácil, fue un proceso lento, de varios años, "profundo y solitario". "De ir recopilando los sentimientos que hay detrás de una ruptura amorosa y ponerlo en canciones".

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"Marchita", nombre que también lleva una de las canciones del disco, es reflejo del amor de Estrada por las flores, "la cumbre de la hermosura de la naturaleza", y su fascinación por el proceso de su muerte.

"Es una muerte muy generosa. (Las flores) dan lo que pueden hasta que ya no pueden más, y aun cuando mueren son bellas de cierta manera", explica la artista, que creció en "mitad del campo" en el poblado de Coatepec.

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Un marchitar que en sus canciones utiliza como un símil del desamor: "Al final queda ese recuerdo de la belleza que ya no está, que creo que es el duelo máximo. Saber lo bello que fue algo y sentir que ya no puedes volver a eso, no puedes volver a tener esa flor".

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