Franz Kafka a 100 años de su ausencia física, su literatura sigue vigente

Hace cien años que Franz Kafka, uno de los pilares de la literatura clásica y universal, dejó este mundo. Nacido en Praga y fallecido el tres de junio de 1924 en Austria, Kafka legó a la posteridad una obra cuya influencia resuena aún hoy en día.

Desde sus breves cuentos protagonizados por animales hasta sus obras de tintes sociopolíticos, Kafka exploró las complejidades de la condición humana desde perspectivas inquietantes y pesimistas. Su obra cumbre, “La Metamorfosis”, publicada en 1915, ilustra magistralmente este enfoque.

Manuel Chirinos, director del Grupo Tramoya, destaca cómo Kafka retrató el siglo veinte con una mirada decadente a través de la historia de Gregor Samsa, quien se despierta un día transformado en un insecto monstruoso. Esta transformación sirve como metáfora del aislamiento y la alienación del individuo en una sociedad deshumanizada.

El término “kafkiano” se ha arraigado en el vocabulario para describir situaciones angustiosas y absurdas, reflejando la complejidad y la oscuridad de las narrativas de Kafka. Además, su obra refleja sus conflictos personales, especialmente con su padre, como se evidencia en su carta “Carta al Padre” (1919).

A pesar de su muerte prematura a los 40 años y su relativa oscuridad en vida, Kafka ha alcanzado una relevancia perdurable en la literatura mundial. Su capacidad para abordar temas universales como la alienación, la burocracia y el poder ha encontrado eco en lectores de todas las generaciones, incluso en los jóvenes de hoy.

Guadalupe Alonso, directora de la Casa Universitaria del Libro (CASUL-UNAM), destaca la pertinencia de la obra de Kafka en una época marcada por la deshumanización y la pérdida de diálogo. El centenario de su muerte ofrece una oportunidad para descubrir o redescubrir su obra, que no solo es una fuente de aprendizaje, sino también de entretenimiento y reflexión.

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Kafka, un hombre cuya identidad desplazada reflejaba su incomodidad en múltiples esferas sociales, sigue siendo relevante en el siglo veintiuno. Su visión del mundo, teñida de dudas y humor irónico, invita a nuevas interpretaciones y relecturas de su obra, demostrando su atemporalidad y su capacidad para hablar al corazón de cada generación.