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¿Qué tengo que abandonar?

Este seminario lo diseñamos en equipo dos ex rectores del Sistema Tecnológico de Monterrey y un servidor.

Tres definiciones nos impulsan: Para qué somos buenos, qué es lo que realmente quiero y qué debo abandonar.

Hace algunos meses me invitaron a participar en un seminario que es parte de un programa que impartió el Tec de Monterrey, campus Querétaro, a miembros de la Asociación del Empresariado Celayense, una organización sin fines de lucro que promueve el desarrollo de la ciudad de Celaya en el Estado de Guanajuato.

Este seminario lo diseñamos en equipo dos ex rectores del Sistema Tecnológico de Monterrey y un servidor. Ellos son mis apreciados amigos Juan Manuel Durán y Alfonso Pompa. Trabajamos varios meses para integrar nuestros conocimientos y experiencias con la ayuda de Lorena Espinoza, gerente de Desarrollo Tecnológico de nuestra firma.

La experiencia fue muy enriquecedora para todos. Los empresarios de Celaya, extraordinarios. Los resultados, considero yo, magníficos. Diseñamos nuestro canvas para inducir a los participantes a la reflexión a fin de que se llevaran un plan de acción para aplicarlo cada uno en su propia realidad.

Cuestionamos a los empresarios sobre los abandonos estratégicos que ellos deberían llevar a cabo para poder hacer realidad sus proyectos de transición. Se sorprendieron de la pregunta, pero aceptaron el reto y cada uno sacó sus propias conclusiones. Yo, que estaba exponiendo, también llegué a las mías.

Para poder llegar a responder la pregunta mencionada -¿qué voy a abandonar?- seguí el mismo proceso al que sometimos a los empresarios. El orden de los cuestionamientos fue el siguiente:

Primero, llegué a la conclusión de que debo afianzar la dueñez sobre mi vida. Quiero gobernar lo que elija hacer los próximos seis años, y no dejarme llevar por la inercia de mis quehaceres y compromisos actuales.

Segundo, volví a cuestionarme para qué soy notablemente bueno, y ratifiqué que lo mío es ayudar a los empresarios a ser mejores dueños, a mirar para arriba, a descubrir sus grandes jugadas estratégicas y a convertirlas en proyectos detonadores de valor. Esto es lo que sé hacer, y sobre esto soy capaz de vender, proponer, cuestionar, escribir y exponer. Ésta es mi cancha, y sobre esto tengo que hacer grandes aportaciones en los siguientes años.

Tercero, establecí cuáles son las prioridades para esos seis años. En mi caso establecí metas referidas a los campos de acción donde quiero actuar: Número de libros a escribir (mi gran prioridad), echar a andar la oficina de Miami de Evrensel Capital Partners, disminuir el nivel de riesgo de mi patrimonio, internacionalizar aun más nuestra firma, etcétera.

Cuarto, la pregunta complicada, difícil: ¿Qué debo abandonar para poder lograr lo que me propongo? Esta es la gran interrogante que debo analizar y responder si realmente quiero hacer viables mis planes. No lograré hacer nada diferente si no hago cosas diferentes, y esas cosas no podré realizarlas si no abandono algunas de las que he estado haciendo en los últimos años.

Siempre son dolorosas las respuestas a la gran cuestión del abandono. No aceptamos fácilmente renunciar a lo que nos ha acompañado por mucho tiempo. A veces se trata de abandono de negocios completos, o de líneas de producto mediocres, o de mercados de baja fertilidad, o de sociedades que no funcionan, o de inversiones de poco rendimiento. Cada empresario encuentra más o menos pronto qué es lo que tiene que abandonar, y generalmente causa dolor dejarlo.

En mi caso encontré que no puedo atender tantos clientes ni ser consejero de tantos empresarios, y necesito hacer ajustes. También encontré que tengo que modificar de fondo algunos hábitos que limitan mi eficiencia, y que no va a ser nada sencillo cambiar; pero tengo que hacerlo si quiero logar otras cosas más valiosas.

¿Qué tengo que abandonar? Ese es un cuestionamiento supremo. No lograremos nada de valor si no nos enfocamos, declinando otras posibilidades, soltando algunas actividades que hemos llevado a cabo por cierto tiempo. No podemos hacer tanto como a veces quisiéramos. Necesitamos aceptar nuestras limitaciones. Concentrémonos en los objetivos más relevantes. Y tú, ¿qué tienes que abandonar?

Carlos A. Dumois es presidente y socio fundador de Cedem.

c_dumois@cedem.com.mx

http://www.cedem.com.mx

* “Dueñez®”es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

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