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¿País abierto?

Los casos de Estonia y Belarús tienen mucho que enseñarnos a las naciones latinoamericanas.

Hace poco tiempo leí el libro “Industrias del Futuro”, de Alec Ross, experto en innovación de la Johns Hopkins University y ex asesor de la Secretaría de Estado de los Estados Unidos. Es de esos libros reveladores, bien escrito y fruto de mucha investigación, que nos hace pensar en los vectores que forjarán nuestro futuro.

El libro también nos permite analizar distintos fenómenos que ya están ocurriendo, y uno de esos es el que quiero puntualizar hoy. Este fenómeno tiene que ver con la apertura con que algunos países han sido manejados por sus gobernantes, y con la cerrazón con que otros lo han hecho.

Como ejemplo el autor menciona dos naciones que fueron liberadas al concluir el bloque soviétivo: Estonia y Belarús, dos países separados por corta distancia que estuvieron décadas sometidos bajo el yugo ruso. Sus trayectorias recientes no pueden ser más diferentes.

El caso de Estonia

El inicial primer ministro de Estonia, Mart Laar, ha explicado el desarrollo de su país a partir de las ruinas del final de la ocupación soviética en 1991, hasta convertirse en una de las sociedades más innovadoras del mundo actual.

Después de la independencia de Estonia, tras la caída de la Unión Soviética, la vida de sus ciudadanos era espantosa: Su moneda no tenía valor, las tiendas estaban vacías y los alimentos racionados. En 1992 la producción industrial cayó más de 30% y la inflación subió a más de 1000%. Sólo siguió funcionando el mercado informal.

El primer paso de Laar fue estabilizar la economía cortando gastos, y subsidios a las compañías estatales. Y dijo: “Las compañías deben comenzar a trabajar, o morir”. Después de esto la inflación cayó de 1000% en 1992, a 29% en 1995. Estonia abrió sus puertas a la economía mundial; redujo las restricciones y tarifas comerciales. Se buscaron inversores extranjeros permitiéndoles comprar incluso tierras. Se buscaron las tecnologías modernas dejando de lado las anteriores. El Parlamento hizo el acceso a Internet un derecho humano el año 2000.

Estonia pronto se convirtió en un centro de inversión global, marcadamente innovador. Con un Gobierno tecnócrata, Estonia se incorporó a la Unión Europea y adoptó el euro; ha llegado a ser una de las economías más integradas globalmente de la Europa Oriental. Las mejoras de su vida cívica y política la posicionan en los mejores lugares para las industrias mundiales del futuro.

El caso de Belarús

Estonia y Belarús estaban casi en la misma posición después de su independencia, pero tomaron decisiones opuestas respecto a su futuro. Estonia optó por abrirse; Belarús optó por cerrarse.

Bajo el Gobierno de Alexander Lukashenko, Belarús ha mantenido un sistema político y económico estrictamente controlado, como si fuera su feudo personal; los disidentes son silenciados, la prensa está controlada. Previo granjero, Lukashenko no entiende el mundo moderno.

Un 40% de las empresas industriales y más del 60% de las firmas agrícolas tienen pérdidas. Su moneda es débil comparada con la rusa. El país prácticamente no produce datos, y su tecnología es anticuada. Sus trabajadores laboran en granjas colectivas o en atrasadas industrias de manufactura; hacen los trabajos sucios y peligrosos que otras economías hacen mediante robots.

El presidente Ilves, de Estonia, explica: “No pienso que en ‘91 y ‘92 hubiera gran diferencia entre los dos países, pero la autocracia tiene su precio, y ellos no aceptaron reformas”.

Las opciones que tomaron Estonia y Belarús hace 25 años, cuando ambos países tenían poca ayuda social y economías rotas, son representativas de las elecciones que se hacen sobre modelos políticos y económicos en gran parte del mundo de hoy.

Elegir entre adoptar un modelo de economía abierta (estoniana) o un modelo de economía cerrada (belarusiana) está al corazón del conflicto referente a las formas de gobernar los países.

Esperemos nos quede claro el mensaje, y que nuestro País no sea el ejemplo de futuros libros que describan cómo un país puede estancarse y quedarse atrás.

Carlos A. Dumois es presidente y socio fundador de Cedem.

c_dumois@cedem.com.mx

http://www.cedem.com.mx

* “Dueñez®”es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

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