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Norma

Norma es sinónimo de precepto jurídico, de una ley, y la ministra Piña no podría tener un mejor nombre para el destino que escogió para sí misma: Defender la Constitución

Las acciones afirmativas han ayudado a nivelar el piso entre hombres y mujeres en México, pero estamos lejos de que el piso esté parejo. Al tomarle protesta a 87 juezas de distrito en noviembre pasado, Norma Piña reconocía la utilidad de las cuotas de género. Dos meses después, ella se convirtió en la primera presidenta de la Suprema Corte de Justicia. Su rostro hoy cuelga en la galería de los 47 hombres y la única mujer que han ocupado ese cargo en 198 años de historia. Sólo por el hecho de ocupar la presidencia, Norma Piña ya se ganó un lugar especial en la historia, pero sus sentencias y sus 36 años de carrera judicial le han dado un lugar propio.

Norma es sinónimo de precepto jurídico, de una ley, y la ministra Piña no podría tener un mejor nombre para el destino que escogió para sí misma: Defender la Constitución. De voz grave, pero amable, la ministra le inyecta pasión a sus ponencias, a sus discursos, a su defensa de los derechos humanos y a los temas de género. Piña es feminista, con una trayectoria sólida de respaldo a los temas de defensa de derechos de las mujeres y de las personas de la diversidad sexual. Nadie puede regatearle su autonomía y coherencia en los temas que ella siempre ha defendido. Por eso su llegada a la presidencia de la Corte fue tan bien recibida por colectivas feministas y por personas defensoras de derechos humanos, pero también por expertas en el Poder Judicial.

La presidenta de la Corte tiene múltiples retos de frente. Primero, el ex presidente Arturo Zaldívar, quien también tiene un innegable historial progresista, diseñó e impulsó la reforma al Poder Judicial. Esa reforma está incompleta en su aplicación y le tocará ahora a la ministra presidenta llevarla a buen puerto, especialmente para erradicar la corrupción, mejorar el acceso a la justicia, combatir la impunidad y completar la paridad de género, una de las causas que más mueven a Piña. El caso de la saxofonista María Elena Ríos evidencia lastimosamente cómo falta aplicar la perspectiva de género en temas judiciales. En su primer discurso como presidenta de la Corte, la ministra se refirió a la violencia de género que persiste México.

El segundo reto será el de la relación con los otros poderes. Morena mantiene una mayoría legislativa en ambas Cámaras, pero el reto real será la relación con el Poder Ejecutivo. Muchos han leído el triunfo de Piña como una derrota para la 4T y en especial para el Presidente porque "no puso a una incondicional". Mantener la autonomía del Poder Judicial es reto indispensable. El Presidente criticó recientemente la llegada de la ministra y por ello varias figuras políticas y de la sociedad civil arroparon a la presidenta. La llegada de la ministra es histórica y un buen precedente para el País. Es un error del Presidente minimizarlo. Hay que decirlo claramente: La llegada de Norma Piña refrescó la democracia mexicana.

Un reto más es recuperar el buen nombre del Poder Judicial. En general, la gente no entiende la labor de los tribunales y un acierto de la presidencia anterior fue fortalecer la comunicación judicial en todos los canales disponibles. A Norma Piña no parecen gustarle los medios, pero en 2023 la comunicación es fundamental. Piña tiene todo para liderar este tema, aunque el desprestigio de la Suprema Corte hoy tiene el nombre y apellido de Yazmín Esquivel. El plagio de la ministra, acusada también de conflictos de interés, le hace daño a la Corte, a la UNAM y al País. Su presencia deber ser incómoda para las y los demás ministros.

Norma Piña inicia una nueva era en la Suprema Corte. Varias personas expertas ya han mencionado temas pendientes de la agenda como los casos de la militarización de la seguridad pública y los litigios de infraestructura de la 4T. En los meses próximos veremos a Piña ejercer sus funciones y defender la autonomía judicial. Por lo pronto, el nombre de Norma Piña se suma al de mujeres como María Cristina Salmorán, Sandra Day O'Connor o Beverley McLachlin. Es un momento histórico.

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