No eres tú...
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer y mientras que en unos países es una fecha festiva (no sólo feriada), en otros se le ignora por completo.
Durante mis días universitarios, tuve un amigo que fue muy noviero. Nunca duró mucho tiempo con ninguna, parecía desencantarse con facilidad y aquí viene lo fascinante: aún cuando tenía fama de tener una novia tras otra, a las chicas no parecía importarles. Incluso, alguna vez me confesó que su “técnica” era -a la hora de terminar el noviazgo- pintar un escenario donde ellas fueran perfectas y más de lo que él esperaba encontrar… pero que él estaba roto por dentro, que no era suficiente para ellas: “no eres tu; soy yo.” Esto viene a colación por este momento tan valioso e interesante que estamos viviendo.
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer y mientras que en unos países es una fecha festiva (no sólo feriada), en otros se le ignora por completo. Es una ocasión que los países reconocen como la necesidad de respetar, de fortalecer y proteger los derechos de las mujeres. En verdad dice mucho de nosotros, como especie, que en tantos lugares del planeta (por supuesto esto incluye a México) se actúe con tanta inequidad frente a la mitad de la población. Me parece absurdo siquiera tener que enumerar las condiciones que imperan en este país o cuál es la realidad que enfrentan millones de mujeres… en la casa, en la calle, en el trabajo. Lamentablemente muchos parecen desconocerlas; por lo tanto, vivimos en condiciones como las que vivimos.
En el contexto mexicano, la ola de la causa feminista ha crecido a tal grado que ha servido para que distintas banderas naveguen en ella: ahí encontramos a mujeres (y hombres) de todo contexto social, cultural y económico. Están desde las intelectuales que formulan el discurso programático del llamado a la acción hasta las enmascaradas que golpean con palos a algún reportero -sólo por ser hombre- que cubra sus marchas.
En esta semana, algunas personas me han preguntado qué opino sobre este tema y específicamente sobre el paro de mañana lunes. Es por eso que me acordé de aquel amigo noviero y la frase con la que terminaba con las enamoradas. El problema que tenemos en México, nuestro machismo, es añejo y -como tantos otros males bien enraizados en nuestra genética antropológica- no le importa cuál partido está en el poder. Nuestra sociedad cuenta hoy con grandes herramientas que visibilizan el fenómeno: con un celular, una potencial víctima puede documentar y compartir la crisis y con ello agrupar a muchas personas en favor de su causa. Entonces, en un contexto mundial, donde también hay fuerzas (agendas) económicas que impulsan el fortalecimiento legítimo de causas feministas, de pronto en México suceden una serie de tragedias donde con gran saña, sadismo y enfermedad, se acaba con la vida de mujeres… centralmente por cometer el terrible pecado de ser quienes son: mujeres.
Creo que nuestra cultura del desprecio y el sobajamiento a las mujeres ha existido desde hace mucho tiempo. Creo también que la gente enferma, esa que puede cometer abominables atrocidades también ha estado ahí desde hace mucho… aunque quizá haya más ahora, porque definitivamente vivimos un presente más desalentador, más deshumanizante, menos fraterno, menos comprometido con el débil, más superficial y acartonado, menos sensible. Entonces, la bomba estalló -como sucede con las coyunturas- por una parte contaminada, descompuesta y rota en nuestra fibra social que urge reparemos. En este contexto, en estas condiciones que por default sensibilizarían a una de cada dos mexicanas, nuestro Presidente no supo entender lo que estaba pensando. Creyó que se trataba de una maquinación para afectarlo en su popularidad. Ese hombre que, como quizá ningún otro mexicano, conoce cada rincón del país… no entendió de lo que se trataba. No eres tu, Andrés… es la maldita realidad que deben sobrevivir nuestras mujeres.
México aguantó estoico un brutal 2019: desabasto de combustibles y medicamentos, inseguridad (crímenes y homicidios) como nunca, economía paralizada, etc. Pero esta causa agarró tracción por sus características más elementales. El Presidente no entiende (y su séquito no se lo aclara) que esto no es de “la mafia en el poder” o de la oposición política… sino de quienes más pueden generar una sacudida: la sociedad civil harta y sorda ante las excusas. No entiende que si esto se vino en su contra es porque él despreció la legitimidad de la causa y la minimizó. He visto manifestaciones de profunda mediocridad intelectual que, quizá por paleras, expresan que todo este fenómeno de protesta y manifestación es armado por la derecha, por el PRIAN o por los conservadores. Dicen que esto es “para afectar a AMLO”… pero el único que se afectó fue él mismo.
Lo que padecen nuestras mujeres refleja quiénes somos todos. Durante la transición del 2018 se lo traté de explicar al secretario Durazo (finalmente se impuso la visión de “los expertos” que nos tienen donde estamos): es fundamental identificar y atacar directamente las causas de la putrefacción social que genera este episodio tan oscuro que atravesamos. Pero en serio, no como mantra en el discurso público. Mientras siga dándosele la espalda a aceptar que algo en nuestra fibra social se pudrió y no se busquen soluciones finas de índole social (no policiaca, armada o clientelar) será difícil sacar el buey de la barranca.
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