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Milei

Se llama Javier Milei y es un libertario de ultraderecha que podría ser el próximo Presidente argentino.

El terremoto de la antipolítica estremece Argentina. El descontento con la economía, la inflación, la corrupción, pero también el reconocimiento de derechos para las minorías y la soberbia del kirchnerismo han ensanchado la grieta, la polarización de las últimas dos décadas, permitiendo la irrupción de un fenómeno político que nació en las televisoras y en los programas de radio y que pronto hizo eco en la frustración del electorado. Se llama Javier Milei y es un libertario de ultraderecha que podría ser el próximo Presidente argentino.

Gritón, mal hablado, insolente, profesor de sexo tántrico, orgulloso de ser un hombre que “no debe pedir perdón por tener pene ni ojos azules o piel blanca”, pero también un economista con posgrados y un gigantesco comunicador, Milei fue la opción más votada en las elecciones primarias del domingo en Argentina. Estos comicios sólo son para elegir a las personas candidatas para competir electoralmente en octubre próximo, pero son un termómetro para ver hacia dónde irán las urnas. A pesar de ser elecciones primarias con voto obligatorio, sólo participó el 69% del electorado, lo cual en sí es símbolo del hartazgo en la sociedad argentina.

El fortalecimiento de las opciones de ultraderecha en el mundo va de la mano con el enojo con los resultados de los gobiernos de izquierdas, pero también con los derechos que han avanzado. En la narrativa del descontento, las izquierdas censuran la libertad, imponen derechos, adoctrinan a las infancias, combaten la aspiración de la gente de prosperar en la vida, imponen moral, crean burocracias inútiles y costosas que entregan apoyos en lugar de capacitar a la gente para competir en el mercado. Trump, Orban, Bolsonaro, Meloni, Bukele y ahora Milei han profundizado estas narrativas y las han explotado para movilizar al electorado de manera muy eficiente. De poco ha ayudado que la izquierda no ha sido autocrítica y tampoco sabe presumir sus logros.

El giro en el péndulo lo hemos visto ya varias veces. Las izquierdas comenzaron gobernando a la mayoría de los países en América Latina a inicios del siglo 21 y luego fueron sucedidas por gobiernos de derecha para después nuevamente pasarle el poder a las izquierdas en Chile, Brasil, Perú y Argentina. El giro de la derecha a la izquierda y de vuelta parece ser una constante en las democracias. Sin embargo, lo que estamos viendo ahora es el despertar de una derecha que no tiene tapujos, una derecha ultra que se aprovecha del descontento con los gobiernos de izquierda y de la incapacidad de éstos para defender su terreno y detener el avance de opciones antiderechos.

Poco podría visibilizar lo anterior como el momento electoral de Argentina y el momento político que vive Chile. Por un lado, en Argentina, muchas voces del kirchnerismo están molestas con el presidente Alberto Fernández por haberse moderado. Para quienes piensan así, Fernández ha sido un tibio que se corrió al centro y que fue un mal defensor de las políticas de Cristina Fernández y de Néstor Kirchner. Por el otro lado, Chile está en la antesala de la conmemoración de los 50 años del asesinato de Salvador Allende con el golpe de Pinochet y en este marco intelectuales y políticos chilenos se cuestionan si el presidente chileno Gabriel Boric debería de ser menos moderado y más radical ahora que llega a la mitad de su gestión. Lo cierto es que el Presidente va ya por su tercer ajuste de gabinete con una bajísima popularidad.

Mientras que las izquierdas que gobiernan hoy se autocontienen, las opciones de derecha están desaforadas. Milei hoy dice que la “justicia social es una aberración y un robo”. Milei habla de una revolución liberal, pero busca limitar el acceso al aborto, los derechos de la diversidad, el reconocimiento a los pueblos originarios, el lenguaje incluyente o la defensa del medio ambiente. Milei es la ultraderecha que violenta, retrocede derechos, termina con el Estado y glorifica el individualismo. Es el Trump argentino y debería prender alarmas en toda la región.

El autor es politólogo, conductor de un programa de televisión y profesor del Departamento de Estudios Internacionales de la Ibero.

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