Liberales y conservadores
No comparto del todo la definición de que el pasado y el presente de México se explican con base en la tensión entre dos fuerzas ideológicas: Liberales y conservadores.
No comparto del todo la definición de que el pasado y el presente de México se explican con base en la tensión entre dos fuerzas ideológicas: Liberales y conservadores. Quizá en algunos pasajes de la historia patria esa clasificación parezca razonable. Por lo menos en gran parte del siglo XIX esa separación era de utilidad. Con el triunfo de la revolución y el largo predominio del priato se desdibujó esa disputa habida cuenta de que en el partido de la revolución cabían todos: El PRI era una especie de Babel que daba cobijo a todas las ideologías.
Con la normalización democrática vino también la dispersión ideológica y el surgimiento de partidos que se formaban a la derecha o la izquierda del PRI. En ese contexto, el antiguo PAN se fortalecía, el “ex invencible” se debilitaba y el PRD y otras formaciones políticas de reciente creación, comenzaban su trabajo político con mayor o menor éxito. Morena y Movimiento Ciudadano son expresiones recientes de ese desarrollo partidario. Con el crecimiento de alternativas políticas se afianzó la dispersión ideológica y con ella la idea binaria de que la disputa por la nación se sintetizaba en la vieja lucha entre liberales y conservadores.
El proceso electoral del 2021, el más grande en la historia del País, ha generado un inesperado resurgimiento de esa antigua tensión. Por un lado, están los liberales o progresistas, aglutinados alrededor de la 4T y, por otro, los conservadores, conformados mayoritariamente por intelectuales orgánicos afines al régimen prianista y empresarios que abrazan como causa la necesidad de defender a México del desastre que, a su juicio, significa el lopezobradorismo. Bajo esa narrativa esconden que su lucha es por recuperar los privilegios que les han arrebatado. En ese frente se alinean los partidos que han detentado el poder por décadas: PRI, PAN y PRD. En el otro están los progresistas o liberales, liderados por AMLO, que ha sacudido las añejas y oxidadas estructuras que los beneficiarios de siempre, como es natural, no han aceptado.
Nunca imaginé que podría atestiguar una escena tan precisa sobre esa visión binaria entre conservadores y liberales, o progresistas, como en lo personal me gusta llamarlos. Por casualidad me encontré con una transmisión en vivo por Facebook, de una reunión de empresarios organizada por la Coparmex Sonora Norte, donde uno de los invitados era el candidato del prian, Ernesto Gándara y la fórmula a diputados federales por Hermosillo. Destacaban entre los ahí reunidos los promotores nacionales de la alianza de blanquiazules y tricolores, la cual ha presentado candidatos únicos en la mayoría de las gubernaturas que se juegan el 6 de junio, además de alrededor de 200 escaños de los 300 distritos federales en disputa.
Escuché las participaciones de Claudio X. González y de Gustavo de Hoyos, ex directivo de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad y ex dirigente de la Coparmex México, respectivamente, y también de Enrique de la Madrid, hijo del ex presidente Miguel de la Madrid. En particular los dos primeros hicieron un diagnóstico trágico de la actual coyuntura nacional, del cual desprendieron la urgente necesidad de votar contra de Morena. Estos panelistas sintetizaron así lo que se definirá el 6 de junio: Autoritarismo o democracia; mantener las libertades o condenarnos a una dictadura o, dicho de otra manera, el dilema entre ser un país desarrollado o volvernos pronto una Venezuela. No cabe duda que tales personajes reeditaron la disyuntiva nacional del pasado: O eres conservador o eres progresista. Al escuchar sus argumentos tan fuera de lugar, me quedó claro que soy un liberal progresista.
A 10 días de la votación
Las campañas negras han arreciado, a unos cuantos días de la votación. Este tipo de estrategias es común entre candidatos que están rezagados y buscan ser competitivos. A veces funciona la estrategia y otras tantas se vuelve un bumerang para quien la promueve. Me temo que en este caso los autores intelectuales de tales campañas dañan a su candidato. Pronto veremos el resultado final.
Alvaro Bracamonte Sierra. Doctor en Economía.
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