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Escribidor liberal

El autor de La guerra del fin del mundo ha cuestionado a los regímenes autoritarios de izquierda y de derecha, incluso a la "dictadura perfecta" mexicana de tiempos del viejo PRI.

Fui dejando de ser un socialista y convirtiéndome poco a poco en lo que trato de ser todavía, un liberal",Mario Vargas Llosa.

Como tantos rebeldes, Mario Vargas Llosa fue marxista en su juventud. "Yo quería ser comunista", le dice a su hijo Álvaro Vargas Llosa en la serie autobiográfica de televisión Una vida en palabras que se estrenará en los próximos días. Esta convicción surgió del dolor por la pobreza de su Perú natal, pero también del deseo de construir un mundo mejor: "Yo tenía una idea del comunismo que era completamente idílica".

Vargas Llosa formó parte del Grupo Cahuide, rama del proscrito Partido Comunista Peruano, durante la dictadura del general Manuel Odría en la década de 1950. Esos tiempos quedaron plasmados en Conversación en la Catedral, novela en la que el protagonista Zavalita expresa su famosa frase: "En qué momento se había jod... el Perú".

El desencanto con el comunismo vino en un proceso largo y difícil. El autoritarismo de la Unión Soviética, "las alambradas del Gulag" y la invasión de Checoslovaquia lo fueron convenciendo de lo equivocado del camino. También influyeron pensadores que empezaban a cuestionar la utopía comunista, como Raymond Aron, Jean-François Revel, Isaiah Berlin y Karl Popper. "Esos maestros fueron un ejemplo de lucidez y gallardía cuando la intelligentsia de Occidente parecía, por frivolidad u oportunismo, haber sucumbido al hechizo del socialismo soviético, o, peor todavía, al aquelarre sanguinario de la revolución cultural china", dijo en el discurso del Nobel de 2010.

Hoy Vargas Llosa es el principal referente del liberalismo en Latinoamérica. La palabra es manoseada y prostituida por quienes se dicen liberales al tiempo que lanzan iniciativas para restringir las libertades, pero él defiende la libertad personal y la tolerancia, las libertades económicas, políticas y sociales. Sí, es un verdadero liberal.

El autor de La guerra del fin del mundo ha cuestionado a los regímenes autoritarios de izquierda y de derecha, incluso a la "dictadura perfecta" mexicana de tiempos del viejo PRI. Su rechazo a las dictaduras viene de su experiencia personal con Odría, renovada por los desencuentros con Alberto Fujimori, pero ha sido una constante en su vida. La fiesta del Chivo no es sólo una crítica del dictador dominicano Rafael Trujillo, sino de todos los tiranos. Quienes lo aplaudieron al fustigar a las dictaduras de derecha, sin embargo, lo lincharon por criticar a las de izquierda. Si bien respaldó en un principio el régimen de Fidel Castro en Cuba, se le tildó de traidor cuando firmó una carta reprobando el brutal trato al poeta Heberto Padilla encarcelado por Castro en 1971. El escribidor peruano que quiso ser comunista encontró que los comunistas eran iguales o peores que los demás tiranos.

Su liberalismo es político, económico y social, pero se extiende también a lo moral. Su pasión por el amor en libertad queda clara en los fragmentos eróticos de novelas como Pantaleón y las visitadoras, Elogio de la madrastra o Travesuras de la niña mala, pero también en una turbulenta vida emocional en la que se enamoró y casó cuando adolescente con su tía Julia Urquidi, de La tía Julia y el escribidor, y después con su prima de nariz respingada Patricia Llosa. Este amor por el amor lo ha unido hoy a Isabel Preysler.

Mario Vargas Llosa, a sus 85 años, ha tenido "una vida de aventuras". La larga conversación con su hijo Álvaro no ha tenido lugar en una catedral, pero sí en lugares clave de su biografía, en los que ha aflorado siempre su pasión por las letras y por la libertad.

Celac

Más que una Celac lista para reemplazar a la OEA, vimos en la cumbre de México a una organización dividida por un tema que yza debería haber quedado atrás, la democracia. Cuba, Venezuela y Nicaragua nos muestran la resistencia de las dictaduras a desaparecer de América Latina.

Twitter: @SergioSarmiento

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