Esconder la cabeza
Aquí es clave el enfoque que tengamos: Entre más cerca estemos de aquello que nos interesa resolver mejor capacidad tendremos para manejarlo y resolverlo.
"La diferencia entre gente promedio y gente exitosa es su percepción y respuesta al fracaso", John Maxwell.
Hay la creencia muy extendida, la cual por cierto es falsa, de que cuando el avestruz se asusta inmediatamente esconde la cabeza, pensando que así pasará el peligro. Esto que tiene una lógica totalmente equivocada, sin embargo en el ser humano ocurre algo parecido: Cuando sabe que lo que le van a decir o lo que va descubrir son malas noticias, prefiere no escuchar o no averiguar. Como el que se siente mal y no quiere ir con el doctor porque no desea que le digan que está enfermo de algo.
Son los que menos lo hacen
Está también comprobado que los individuos que más necesitan revisar cómo van, por ejemplo, con los resultados de su negocio, o con la reducción de peso, por mencionar un par de ejemplos, son los que menos lo hacen.
El evitar revisar como van las cosas prácticamente es provocado por el miedo de saber que no se va bien: Muchas veces prefiere ignorar las malas noticias, cuando precisamente eso será la causa de que las consecuencias sean muy graves, precisamente por no haber enfrentado el problema a un mejor tiempo.
Veamos una estadística con respecto a las personas que se enrolan en un programa para bajar de peso, un 20% se pesa al inicio y no vuelven a monitorear su peso. O las personas con problemas de flujo y no llevan registro en qué se les va el dinero, o revisar el estado del cuenta de su tarjeta de crédito. Piensan que el no verlos les servirá para evitar los problemas financieros que traen.
En las relaciones
Y esto que hemos comentado con el ejemplo financiero y con el del control de peso aplica también en nuestras relaciones con otros individuos: Un problema con cónyuge, hijos, colegas, proveedores, clientes, jefes, subalternos, en lugar de hablar con ellos y enfrentarlos preferimos apostarle a que por obra y gracia de quién sabe se va a resolver, y eso es prácticamente imposible.
Nos queda claro que el esconder la cabeza en la arena es para escapar de sentimientos negativos o de proteger nuestra autoestima, pero sin embargo está claro que será mucho peor no enfrentar los problemas.
Aquí es clave el enfoque que tengamos: Entre más cerca estemos de aquello que nos interesa resolver mejor capacidad tendremos para manejarlo y resolverlo. Si diariamente monitoreamos el peso corporal o los ingresos y gastos que tenemos, tendremos la posibilidad de tomar mejores decisiones con respecto a que sí comemos o en qué sí podemos gastar o no.
Lo mismo aplica para hacer tiempo y poner en agenda esa conversación difícil que tenemos que realizar. El sufrir una conversación ardua es más fácil de sobrellevar que un fracaso total en dicha relación.
Conclusión
Es muy tentador esconder la cabeza, y evitar los problemas, pero con ello únicamente estás atrasando lo inevitable. En cambio cuando enfrentas las situaciones difíciles es muy probable que pases un mal rato, pero tendrás la satisfacción de estar resolviendo los problemas y por lo tanto logrando los objetivos que te hayas propuesto en su momento. Entender el efecto de esconder la cabeza como el avestruz deberá ayudarte a evitar el ignorar los problemas, y más bien decidirte a enfrentarlos. Y además recuerda, entre más tiempo escondas la cabeza más difícil será ponerla al descubierto.
¡Feliz domingo, estimado lector!
Octavio F. Ballesteros Navarro. Socio del Despacho Asesores Ballesteros. Focalizados planes de ahorro y protección, y deducibles.
octavio@ballesterosyasociados.com.mx. FB: asesores Ballesteros
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