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Decepción

El Gobierno de AMLO ha tomado malas decisiones y tenido un desempeño pobre.

No estoy arrepentido de mi voto en el 2018. Me parece un acto inútil arrepentirse de una decisión que fue muy meditada. Además, arrepentirse conlleva la idea de que había otra mejor opción y simplemente no la había. Era imposible votar por cualquier otro candidato. Morena y AMLO se merecían una oportunidad. Así que no, no me arrepiento de mi voto, pero sí estoy decepcionado de los resultados. Así funcionan las democracias. Los electores que no tenemos partido, que somos la mayoría de los mexicanos, votamos por un candidato o candidata y al final de la gestión podemos hacer una evaluación de lo conseguido y de lo faltante. La 4T nos queda mucho a deber y en su quinto año incluso hace lo mismo que prometió desterrar. Nuestra democracia sigue hecha para blindar los intereses de los partidos.

No es la primera vez que critico a la 4T. De hecho, cuatro meses después de que AMLO asumió el poder escribí la "4T anticlimática", una crítica por sus posturas medioambientales, por el Tren Maya y por el impulso de las energías sucias. Desde entonces he señalado lo que he considerado como equivocado y los aciertos que han tenido, como siempre he hecho con todos los gobiernos previos. La polarización no permite los matices y siempre es mucho más fácil escribir vituperios que reflexionar sobre pendientes o reconocer buenas acciones.

El Gobierno de AMLO ha tomado malas decisiones y tenido un desempeño pobre. Por ejemplo, la noble intención de no permitir los abusos de las farmacéuticas ha tenido una pésima ejecución que ha dejado a pacientes sin medicamentos oncológicos, incluida mi familia. La negativa de comprar vacunas contra Mpox ha resultado en un sadismo de Estado y en que México tenga una de las tasas de mortalidad más altas del mundo. La negativa de comprar vacunas bivalentes contra Covid-19 desprotege a los adultos mayores. La profundización de la militarización desequilibra aún más las relaciones cívico-militares. La falta de empatía con las víctimas de la violencia, el conservadurismo de su enfoque prohibicionista en torno al uso de drogas ha molestado a muchos grupos que apoyaron el proyecto de AMLO porque ofrecía cambiar la política. La ausencia del diálogo civilizado en el Congreso hace que se use la vieja aplanadora, igual que antes. El impulso a la democracia participativa ha tenido una mala ejecución con las consultas. Los agravios a la prensa crítica desde la mañanera son preocupantes. En fin, la lista de errores es larga. AMLO ha dinamitado muchos puentes.

Hacia el cierre del sexenio no parece que las cosas mejorarán en el ambiente político. Es cierto, AMLO entregará datos económicos positivos, buena inversión extranjera, sin devaluación de la moneda. Si no cambian las cosas, no habrá una crisis económica como las que conocimos en todos los sexenios previos. AMLO incluso entregará un nuevo TLC con EU y Canadá. Los malos augurios económicos no se cumplieron. También entregará un país con más reconocimiento de derechos a la diversidad y eso fue posible gracias al empuje de sociedad civil, pero con el apoyo de las mayorías de Morena. Sin embargo, Claudia, Marcelo o Adán Augusto tendrán la dificultad de reconstruir puentes, especialmente con las clases medias, pero con el escenario tan polarizado y con el Presidente tan confrontativo no será fácil.

Lamentablemente hoy la oposición simplemente no existe. Hay pocos proyectos de sociedad civil que no estén asociados con el PRI o el PAN o con algún partido político. No hay opción de crear un nuevo partido y las candidaturas independientes no son competitivas y están mal reguladas. Las corcholatas hoy están en el ánimo de ganar la preferencia del Presidente y de la militancia de su partido y no en la de construir puentes. Así llegaremos a la selección de la candidatura de Morena y con la oposición más polarizada. Para todas las personas candidatas, la misión responsable será serenar los ánimos, ganar la confianza de las mayorías y unir al País. Hoy no queda claro quién podría hacer eso.

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