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Cuentadrags

La desesperación por ganar votos y polarizar a la sociedad ha creado una serie de leyes que prohíben los shows drags en espacios públicos en Tennessee.

El pasado 30 de abril, el Centro Cultural Xavier Villaurrutia invitó a familias a celebrar el día de niñez con una lectura de cuentos infantiles hecha por personajes drag, básicamente hombres y mujeres mayores de 30 años que con mucha producción de maquillaje desafían los estereotipos de género en una actuación. Esto bastó para que legisladoras del PAN, principalmente, condenaran "la agenda pedófila de la izquierda que pretende sexualizar a los niños" o para que grupos de abogados cristianos acusaran al Gobierno de la CDMX de "ir por nuestros hijos".

El Centro Cultural Villaurrutia está en la Glorieta de los Insurgentes, en plena Zona Rosa, el epicentro lúdico, social y político de la diversidad sexual de México por décadas. Desde el mítico Bar El Taller hasta la librería Somos Voces, los cafés, restaurantes coreanos, tiendas de antigüedades o la Plaza La Rosa atienden principalmente a visitantes LGBT. Cualquier persona sabe que esas cuadras han sido defendidas como espacios seguros para la diversidad sexual. Precisamente el Villaurrutia atiende principalmente a poblaciones LGBT, aunque no exclusivamente, y por ello convocaron al cuenta drags.

El evento rebasó las expectativas de sus organizadores. En las fotografías que se divulgaron puede verse un salón lleno con familias y por lo menos 20 niñas y niños acompañados por adultos, todos sonrientes posando para la foto con una drag. Conversé telefónicamente con la directora del Villaurrutia y me señaló que la respuesta fue muy positiva, que muchas familias e influencers se acercaron para arropar al Centro y que ese día había filas para escuchar los cuentos.

"Monstruo rosa" es la historia de un ser que "antes de nacer ya era diferente a los demás". Es una historia escrita e ilustrada por Olga de Dios, una arquitecta española que escribe cuentos para infancias. En este caso "monstruo rosa" enseña valores sobre la diferencia, la diversidad y el respeto. Tres valores que políticos de ultraderecha asocian con "la élite progresista" cuando realmente son tres valores de las democracias liberales que irónicamente esas y esos políticos dicen defender. Ese cuento fue uno de los que Joss, Gabriel Drag King, Little Miss Salma o Clefenbi narraron a las familias ahí reunidas. Cualquier persona puede encontrar una versión ilustrada de Monstruo Rosa en Youtube.

La desesperación por ganar votos y polarizar a la sociedad ha creado una serie de leyes que prohíben los shows drags en espacios públicos en Tennessee así como unas nueve leyes similares en estados controlados por republicanos. Hay una persecución contra estos shows bajo la falsa idea de que son para "adoctrinar a niños" o para sexualizarlos. Sus detractores utilizan algún caso de algún artista drag que fue detenido bajo cargos de pederastia y con ello concluyen sin pena en sus redes que "la agenda progre es la pedofilia".

Confieso que no soy fan de los shows drag ni de la comedia standupera. No veo Ru Paul ni La Más Draga. Me he educado en este tema y sé que el show drag ha evolucionado. Sin embargo, siempre voy a recordar cómo una drag neoyorquina me usó en dos ocasiones de mofa por ser un latino que vivía en NY, llamándome "espalda mojada". Después de eso ya nunca volví a ese bar. Reírse a costa de los demás siempre me ha parecido una forma violenta, pero he aprendido de amigas drag como Eva y Amondi Blunt que en lo drag se forma comunidad, familia y que se resiste a la violencia.

Al margen de que a mí me guste o no el show drag, el que exista un evento cultural así en un país de 130 millones de personas no daña absolutamente a nadie y reconoce a familias diversas. Quienes quieren borrar estos eventos realmente quieren borrar cualquier atisbo de diversidad. A nadie se le impuso ir a ver ese show como a nadie se le impone ir a un cuentacuentos organizado por curas en cualquier ciudad del Bajío. Al final las madres y padres de familia deciden a dónde llevar a sus hijas e hijos, pero educarnos en valores de respeto, diversidad e inclusión es indispensable en la ley de la selva que se ha vuelto la polarización.

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