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Azteca13 vs. 4T, un asunto de números, ¿o no?

Hace 10 días el presidente Andrés Manuel López Obrador elogió a Banco Azteca, del empresario Ricardo Salinas Pliego, por su apoyo para distribuir créditos a los necesitados sin cobrar comisión.

Hace 10 días el presidente Andrés Manuel López Obrador elogió a Banco Azteca, del empresario Ricardo Salinas Pliego, por su apoyo para distribuir créditos a los necesitados sin cobrar comisión. Era la enésima muestra de intercambio de cariños entre el magnate regiomontano y el político tabasqueño. En algunos círculos privados se hablaba, incluso, de que el dueño de Elektra era el empresario del sexenio. Había otros capitanes del dinero que se habían acercado a AMLO, desde luego, pero ninguno tenía la satisfacción de que dos de sus directivos, Esteban Moctezuma y Jorge Mendoza, fueran incorporados directamente al gabinete en calidad de secretario de Educación y director de Banobras, respectivamente (algo que ni siquiera la maestra Elba Esther Gordillo pudo obtener en el sexenio de Calderón).

Ya se barruntaba que existía una luna de miel, tan estrecha como improbable, entre el político que defiende a lo pobres y el hombre de negocios que les vende refrigeradores a plazos. Y digo improbable porque AMLO nunca había ahorrado epítetos en contra de las televisoras que durante décadas operaron en contra suya. Unos días antes de tomar posesión, López Obrador concedió una inusual entrevista: Acompañado de su mujer, Beatriz Gutiérrez Mueller, recibió entre elogios y arrumacos a Javier Alatorre en su casa: “¿Qué estábamos diciendo? Que aquí se te quiere mucho, mucho mucho”, dijo AMLO y su esposa reiteró, “sí, mucho”. Y en efecto, a lo largo de casi una hora los anfitriones le prodigaron elogios al conductor, le mostraron con absoluta transparencia y entre risas que revelaban su familiaridad, las habitaciones privadas, la ropa de los closets, los espacios íntimos de los que ha sido tan celoso el tabasqueño.

Para muchos periodistas, y es mi caso, no fue fácil procesar la admiración que AMLO parecía tener por Javier Alatorre, un lector de noticias y boletines fiel al sistema, con todo lo que ello supone. Me pregunté qué televisión había estado viendo el Presidente todos estos años o qué entendería por periodismo.

Y ahora me pregunto si seguirá pensando lo mismo. Este viernes, como es sabido, la luna de miel se hizo trizas. Javier Alatorre atacó en el noticiero a Hugo López-Gatell en lo que pareció no sólo una petición de divorcio sino una declaración de guerra: “Como todas las noches, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell encabezó la conferencia sobre el Covid-19 en México. Pero sus cifras y sus conferencias ya se volvieron irrelevantes. Es más, ya no le haga caso a Hugo López-Gatell”, dijo el conductor. Más tarde, quizá para mostrar que no se trataba de un exabrupto o una improvisación, sino una posición oficial, el Twitter institucional de TvAzteca posteó la cita, literalmente.

El llamado de la televisora a desobedecer al coordinador de la campaña nacional en el contexto de una pandemia no es un hecho menor, por donde se le mire. Equivale a un desafío frontal del grupo Salinas al Gobierno del que hasta ahora había sido compañero de viaje. Habría que preguntarse de qué tamaño fue el desencuentro entre el empresario y el político para que un medio de comunicación que tiene responsabilidades, morales y legales, se haya atrevido a promover lo que puede ser interpretado por sus adversarios como el boicot contra una campaña de salud que intenta salvar vidas.

Un desencuentro de más de 30 mil millones de pesos, dirán algunos, haciendo referencia a la deuda con el fisco que se le atribuye al grupo Salinas, según notas periodísticas. El viernes por la mañana el presidente dijo que el SAT endurecería sus posiciones ante empresas acostumbradas a litigar aviesamente para no pagar impuestos. Una frase que parecía una advertencia a su amigo el empresario. No fue el único antecedente. Días antes otros miembros del gabinete afirmaron que se impondrían castigos a las empresas que habían violado el confinamiento; aunque nunca se mencionó por nombre a los negocios de Salinas Pliego, este había hecho pública su renuencia a cerrarlos.

Y con todo, la respuesta fulminante y tan categórica de Grupo Azteca en cuestión de horas, parecería desproporcionada considerando que no carece de puentes para tratar el asunto con el Presidente. A menos que esa respuesta sea justamente el desenlace de un intento fallido de negociación entre ambos.

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