El Imparcial / Columnas /

El fascismo

A los voceros de la Cuarta Transformación les encanta llamar fascistas o fachos a quienes piensan distinto al régimen.

Sergio Sarmiento

JAQUE MATE

Como revolución espiritual, el fascismo brotó directamente del pueblo”,

Benito Mussolini, 5.1.1923, mensaje al pueblo inglés.

A los voceros de la Cuarta Transformación les encanta llamar fascistas o fachos a quienes piensan distinto al régimen. Lo hacen con una ligereza extraordinaria cuando los atacan por defender la independencia judicial, el derecho al amparo, la representación de las minorías en el Congreso o las libertades individuales.

El fascismo fue y continúa siendo un peligro. El fundador del movimiento, Benito Mussolini, primero militó en el Partido Socialista y en 1920 fundó los Fasci Italiani di Combattimento, grupos de violentos de activistas que fueron la semilla del Partido Nacional Fascista creado en 1921. Después de la marcha de los “Camisas Negras” fascistas sobre Roma del 27 al 29 de octubre de 1922, el rey Víctor Manuel encargó a Mussolini formar Gobierno y el parlamento lo aprobó el 16 de noviembre de 1922. El 25 de noviembre los legisladores le otorgaron poderes dictatoriales para “mantener el orden”.

El joven Mussolini, socialista, escribió en 1908: “Marx fue el más grande de todos los teóricos del socialismo”. Aun como fascista, mantuvo principios marxistas. Al final de su vida buscó una alianza con el comunismo a través de Nicola Bombacci, fundador del Partido Comunista Italiano. El 22 de abril de 1945, días antes de ser capturado y ejecutado, escribió: “Nuestros programas son definitivamente iguales a nuestras ideas revolucionarias y pertenecen a lo que en el régimen democrático se llama ‘izquierda. Somos la clase obrera en lucha a vida o muerte contra el capitalismo”.

Para Mussolini, como para la izquierda, el individuo no tiene importancia frente a la colectividad representada por el Estado: “En la concepción del fascismo -escribió-, el Estado es un absoluto ante el cual los individuos y los grupos son relativos”.

El movimiento fascista inspiró a Adolf Hitler, quien en 1921 asumió el liderazgo del Partido Nacional-Socialista Obrero Alemán, el Partido Nazi. “Al contrario que el marxismo, el socialismo [del Partido Nazi] es patriótico”, declaró en 1923. Como Mussolini, Hitler quería establecer un Estado poderoso, sin contrapesos, pero añadió el concepto de una raza alemana superior: “Para nosotros, Estado y raza son la misma cosa”.

Los movimientos fascistas tuvieron seguidores en América Latina. El cacique tabasqueño Tomás Garrido Canabal fundó en la década de 1930 una organización llamada Camisas Rojas que usó para atacar violentamente a sus adversarios, entre ellos a la población católica (el término “camisas rojas” lo usó originalmente Giuseppe Garibaldi para sus voluntarios del siglo XIX). El líder argentino Juan Domingo Perón expresó a mediados del siglo XX su admiración por Mussolini, de quien dijo: “Sabe lo que quiere y conoce bien el camino para llegar a ese objetivo”. El ex presidente mexicano López Obrador declaró el 23 de septiembre de 2020, en una presentación virtual ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, que “Benito Mussolini lleva ese nombre porque su papá quiso que se llamara como Benito Juárez”, un estadista a quien admira.

No pienso que la Cuarta Transformación sea fascista, pero sus esfuerzos por acabar con los contrapesos al poder son típicos de un régimen corporativista. Los gobiernos autoritarios, comunistas o fascistas, consideran que el Estado debe tener todo el poder. En un sistema liberal, en cambio, el individuo y sus libertades prevalecen sobre el Estado. Los voceros del régimen pueden descalificar a sus adversarios por defender ideas liberales, pero llamarles fachos no tiene sentido. El sistema centralista que ellos defienden es mucho más cercano al fascismo que el liberalismo.

Millonarios

No deja de ser una paradoja que el Gobierno que llega al poder con el lema de “Primero los pobres” nos haya dado una camada tan nutrida de políticos millonarios. Todos dicen que su dinero es legítimo, pero todos se han vuelto ricos.

Sergio Sarmiento

www.sergiosarmiento.com