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Cuando los políticos se creen sus mentiras

Veamos el caso de la presidenta Sheinbaum en relación con la economía. La realidad es que las cosas no van bien en este ámbito. Estamos llegando a siete años de estancamiento económico.

Leo Zuckermann

Juegos de poder

La mentira es inherente a la política. No hay político que, de alguna manera u otra, falsee la realidad a su favor. O que, por lo menos, manipule los datos con el fin de maquillarla para que no se vea tan fea.

Pero una cosa es mentir y otra diferente es creerse una mentira.

Lo primero lo hacen los políticos con el cinismo que los caracteriza.

Lo segundo resulta más peligroso para la sociedad cuando esos políticos están en el Gobierno. Mientras que la realidad va hacia un lado, el gobernante piensa que va en sentido contrario. Esta disociación puede acabar siendo muy costosa.

Veamos el caso de la presidenta Sheinbaum en relación con la economía.

La realidad es que las cosas no van bien en este ámbito. Estamos llegando a siete años de estancamiento económico. El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) será de 0.3% este año, es decir, nada. Para el año siguiente, si bien nos va, el PIB crecerá por ahí de 1%. Ya hay quien pronostica que podría ser menos.

El Inegi acaba de publicar el Indicador de Confianza del Consumidor (ICC) que mide la percepción de los consumidores sobre su situación económica actual y la del País, así como sus expectativas. En la comparación anual, el ICC registró una disminución de 3.5 puntos para posicionarse en 44.2 puntos. Está por debajo de 50, lo cual significa pesimismo y desconfianza generalizada de los hogares, indicando una percepción negativa de la situación económica actual y futura.

El pasado 21 de noviembre le preguntaron a la Presidenta sobre la economía nacional. Respondió: “Está sólida, está fuerte, el modelo económico que definimos con la Transformación está funcionando”.

No es cierto. La economía no ha crecido ni con AMLO ni con ella.

Sheinbaum presumió que 13.5 millones de mexicanos salieron de la pobreza y criticó a los que miden el desempeño económico sólo en función del PIB. Acabó, eso sí, reconociendo un crecimiento bajo, pero “por muchas razones” que “no tiene que ver, como dicen luego nuestros adversarios políticos ‘que es por la reforma al Poder Judicial’, no. Tiene que ver con cómo ha crecido la economía de Estados Unidos, la situación de aranceles internacionales, no solamente con México. Tiene que ver con la caída de la demanda en Estados Unidos, por ejemplo, de automóviles […] Tiene que ver con muchos temas […] Entonces, yo tengo... soy muy positiva de cómo va a cerrar el año y muy positiva de cómo nos va a ir en el 2026, muy, muy positiva. Lo veo, hablo con muchos empresarios nacionales, extranjeros, hasta con los fondos de inversión. Tenemos un programa muy importante de crecimiento de la inversión pública el próximo año a través de diferentes esquemas. Entonces, hay confianza y va a haber más”.

Se entiende que, frente a la adversidad, la Presidenta diga esto. Lo que sería muy preocupante es que se lo creyera porque, ahí sí, estaríamos frente a una disociación entre la realidad y lo que percibe Sheinbaum.

El reconocimiento de un problema es el primer paso para comenzar a solucionarlo. Negarlo implica su profundización.

Quiero pensar que la Presidenta, por su formación académica, sí entiende lo que está sucediendo con la economía, sabe que existe un problema y sólo le está dando un spin positivo a una realidad negativa.

Voy a otro ejemplo.

El sábado, la 4T se organizó un mitin para celebrar siete años de estar en el poder. Todo mundo vimos cómo utilizaron el poder del Estado con el fin de movilizar a miles de personas para que acudieran al Zócalo capitalino. Reforma hizo un extraordinario mapa de cómo estaba organizada la plaza para acomodar a los diversos grupos gremiales y del aparato estatal que fueron movilizados.

Le preguntaron a la Presidenta si el sábado les pagaron a esos grupos por venir al evento. Esto respondió:

“Nunca aceptaríamos eso, siempre hemos estado en contra de cualquier dádiva a cambio de participar en un evento, eso no debe ocurrir. Pero, además, no hubiera habido el entusiasmo que hubo en esa manifestación si hubiera habido un acto masivo de compra para poder venir. Primero, siempre hemos estado en contra, nunca lo vamos a aprobar; no es la manera en que nosotros actuamos ni la que utilizamos para convocar a una movilización. Y segundo, eso se nota de inmediato. No hubiera habido la cantidad de gente ni el entusiasmo que había en el evento si ese hubiera sido la forma de convocatoria”.

¿De verdad se creerá la Presidenta esto?

Espero que no porque hubo priistas que sí se lo creyeron y, a la vuelta de la esquina, perdieron el poder por no darse cuenta de que el supuesto apoyo en las plazas era de mentiritas.

Leo Zuckermann

X: @leozuckermann

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