Solidaridad en la familia empresaria
Para ratificar la decisión de seguir juntos, a los miembros de familias empresarias les toca aprender a ser solidarios de diversas formas.

DUEÑEZ* EMPRESARIA
Para ratificar la decisión de seguir juntos, a los miembros de familias empresarias les toca aprender a ser solidarios de diversas formas.
La empresa familiar es un ecosistema único donde conviven vínculos afectivos, responsabilidades económicas y un proyecto de largo plazo que trasciende generaciones. Este es un sistema complejo en el que la solidaridad se convierte en uno de los ejes medulares que sustenta la permanencia.
Estamos en Medellín, Colombia, trabajando en un Retiro Ejecutivo de Querencias con un grupo familiar extraordinario. Es un consorcio de diferentes negocios que ahora se encuentra viviendo la transición de la segunda a la tercera generación. Estamos asesorándoles en el proceso de construir una visión común de futuro que aglutine las perspectivas y criterios de ambas generaciones.
Los integrantes familiares han mostrado gran disposición para abrirse con honestidad, exponer sus vulnerabilidades con humildad y presentar sus planteamientos con sencillez. Un espíritu unificador se muestra cada vez más claro, con la fuerza de valores comunes y con la identificación con un legado que viene desde los abuelos.
En la empresa familiar, la solidaridad adquiere cuatro formas esenciales: Familiar, empresarial, generacional y social. Los comento aquí.
Solidaridad familiar. Esta se basa en la cohesión que amalgama a los miembros y sostiene el vínculo. Es el cimiento emocional del proyecto.
Implica apoyo mutuo, confianza, respeto y la voluntad de anteponer el bien de la familia a conflictos temporales.
Se expresa cuando la familia conserva la confianza incluso en situaciones de conflicto, gestiona las discrepancias con madurez, practica una comunicación abierta y reconoce que la armonía se construye cada día con el esfuerzo de todos.
Solidaridad empresarial. Esta se traduce en la disciplina que fortalece a la organización y favorece su evolución. Aunque la empresa familiar nace de lazos afectivos, ha de ser gestionada con profesionalismo y agilidad. La solidaridad empresarial consiste en asumir la Dueñez a cabalidad y actuar como guardianes del patrimonio de todos, anteponiendo la salud del negocio a intereses particulares.
Esta solidaridad demanda respetar los órganos de gobierno y las decisiones colectivas, evitar privilegios que deterioren la meritocracia, alinear expectativas y remuneraciones con el mercado y cuidar la rentabilidad y la reputación de la empresa. Todo esto ocurre solo cuando los propietarios comprenden que su rol de dueños implica servir al negocio, no servirse de él.
Solidaridad generacional. Esta es como el puente entre lo que somos y lo que seremos. Es el compromiso de cada generación con la siguiente —y también con la anterior— para asegurar la evolución del proyecto familiar.
Esta compromete a preparar con tiempo y dedicación a los futuros líderes, así como abrirles espacios de participación relevantes, mantener la humildad para aprender unos de otros y aceptar que cada generación aportará valor a su manera.
La solidaridad generacional evita el desgaste de luchas por el poder y favorece transiciones armoniosas. Gracias a ella, la empresa familiar se convierte en legado y no en conflicto.
Solidaridad social. Radica en el compromiso con la comunidad y el entorno. A diferencia de otras organizaciones, la empresa familiar suele contar con un fuerte sentido de pertenencia hacia su región, su gente y su historia. De ahí surge la solidaridad social, una dimensión ampliada de la responsabilidad. La gratitud y la generosidad habrán de destacar en la conducta de todas las generaciones.
Gracias a ella cobra un sentido ulterior el generar empleos dignos y promover el desarrollo económico local, invertir en proyectos de bienestar comunitario e impulsar prácticas éticas y sostenibles.
Estas cuatro solidaridades no actúan por separado; forman un sistema.
La familia involucrada, la empresa bien gestionada, la preparación generacional y el compromiso con la comunidad conforman el corazón de la Dueñez compartida.
Nuestros amigos antioqueños nos han dado una muestra ejemplar de solidaridad. Confiamos que les ayudaremos a construir una querencia poderosa que les permitirá llegar muy lejos.
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