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Impuestos y gasto

Quienes dicen que la deuda pública no ha aumentado en la 4T están mintiendo o están mal informados.

Sergio Sarmiento

“No vamos a subir impuestos”, dijo la presidenta Claudia Sheinbaum el 22 de agosto pasado. La razón es que la economía va muy bien. Sin embargo, el paquete presupuestario de 2026 incluye una serie de aumentos de impuestos. Hay alzas a los llamados “impuestos al pecado”, como a los refrescos y bebidas azucaradas, a las apuestas, al tabaco, a los videojuegos.

Al parecer también el ahorro es un pecado, porque se incrementa la retención fiscal sobre los pagos de intereses cuando en realidad no debería haber un impuesto al ahorro. El presupuesto también limita, aunque no elimina completamente, la deducibilidad de los pagos de los bancos al seguro bancario, pese a que es un gasto necesario para proteger a los ahorradores.

Por el contrario, otorga exenciones a empresas y personas involucradas en la Copa del Mundo de futbol; esta es una medida discriminatoria que puede llevar a abusos y corrupción. Para demostrar que la economía va muy bien, Hacienda ha pronosticado una expansión de 1.8 a 2.8% en 2026.

También el año pasado fue optimista y previó un avance de entre 2 y 3%, pero quedamos lejos. El Banco de México estima que 2025 cerrará con un crecimiento de 0.6% y 2026 con 1.1%. Hacienda se equivocó también el año pasado en sus estimaciones sobre el balance presupuestario. Calculó que el déficit de presupuesto más amplio --los “requerimientos financieros del sector público”-bajaría de 5.9% del PIB en 2024 a 3.9% en 2025. La meta no se logró: La cifra quedará, según Hacienda, en 4.3% en 2025 y bajará apenas a 4.1 en 2026, todavía arriba de la meta original para 2025. Más déficit significa más deuda.

Según Hacienda, en 2026 se añadirán 1.6 billones de pesos a la deuda pública, que se suman a otros 1.6 billones de 2025. El saldo histórico de los requerimientos financieros ha pasado de 10.4 billones de pesos en 2018 a 19.9 billones en 2025 y a lo que se espera sean 20.3 billones en 2026.

La deuda pública tradicional ha aumentado de 44.8% del PIB en 2018 a 52.6% en 2025 y se elevará a 52.8% en 2026. Quienes dicen que la deuda pública no ha aumentado en la 4T están mintiendo o están mal informados. Si bien el régimen se dice humanista, sus decisiones de gasto no lo son.

A pesar del deterioro en la salud pública, el presupuesto de la Secretaría de Salud bajará 3.2% en 2026 a 66,825.8 millones de pesos. La Secretaría de Energía, en cambio, tendrá un aumento de 86.8% para llegar a 267,439.1 millones de pesos. ¿Por qué? Porque hay que rescatar a Pemex, aunque se sacrifique la salud. ¿Recuerda usted cuando la Secretaría de Educación tenía el mayor gasto de cualquier dependencia? Ya quedó atrás.

La SEP recibirá un presupuesto de 513,015.6 millones de pesos, 6.4% más que lo ejercido en 2025, pero la Secretaría del Bienestar tendrá 674,510 millones, 12.4% más que en 2025. ¿Por qué? Las pensiones del bienestar compran más votos que la salud o la educación.

Este es un presupuesto en el que la inversión pública se concentra en trenes condenados a no ser rentables o en el subsidio a una aerolínea manejada por el Ejército que también pierde dinero. El servicio de la deuda aumenta y comienza a ser otra vez un lastre importante para la economía.

Es un presupuesto que piensa en el pasado, en los adultos mayores o en sus votos, pero que no se preocupa por el futuro, por la educación de los jóvenes, ni por la salud pública. Tenemos un gobierno que sube impuestos porque se está quedando sin dinero, pero que no sabe cómo gastarlo para construir un mejor futuro.

VIDEOJUEGOS

Hacienda quiere aplicar en 2026 un nuevo impuesto especial del 8% a los videojuegos por una supuesta relación entre ellos y la violencia. ¿No sería mejor combatir la violencia en las calles?

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