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El “Mayo” culpable: Falta saber qué confesó y a quién delató

La comparecencia del “Mayo” estuvo lejos del “juicio del siglo” que muchos anticipaban.

Eduardo Ruiz-Healy

“Reconozco el gran daño que las drogas ilegales han causado al pueblo de Estados Unidos, de México y de otros lugares. Asumo la responsabilidad por mi papel en todo ello y pido disculpas a todos los que han sufrido o se han visto afectados por mis acciones”. Con estas palabras, Ismael “El Mayo” Zambada se declaró culpable ayer en un juzgado de Brooklyn, Nueva York, y cerró medio siglo de carrera criminal.

Terminó en manos de la justicia de EE.UU no por un operativo militar ni por inteligencia policial, sino -según él- tras ser secuestrado por Joaquín Guzmán López, hijo de su ex socio Joaquín “El Chapo” Guzmán. Ambos llegaron en un avión privado a un aeropuerto cerca de El Paso, Texas, en julio de 2024 y, todavía a bordo, fueron arrestados. Guzmán López, hoy preso, enfrenta un juicio en el que ya se declaró no culpable.

Ese secuestro fue la causa de la guerra entre los “Chapitos” y los “Mayitos”, una lucha intestina del Cártel de Sinaloa que hasta hoy ha dejado más de 600 muertos y 800 desaparecidos en Sinaloa, aunque algunos elevan la cifra a más de 3,000 víctimas.

La comparecencia del “Mayo” estuvo lejos del “juicio del siglo” que muchos anticipaban. A diferencia del proceso del “Chapo”, con semanas de testimonios y filtraciones, esta vez no hubo espectáculo: El final de la carrera del “Mayo” fue anticlimático, casi burocrático, pero definitivo.

Se declaró culpable de dos cargos mayores: Conspiración de crimen organizado y de dirigir una empresa criminal continua. Admitió haber traficado más de 1.5 millones de kilos de cocaína a Estados Unidos, ordenar asesinatos de rivales -incluido su propio sobrino- y sobornar a policías y militares para operar con impunidad.

También ayer, en Brooklyn, la fiscal general de EE.UU Pam Bondi y diversos funcionarios federales y dijeron que Zambada pasará en la cárcel el resto de sus días.

La conferencia de prensa de Bondi dejó claro otro aspecto: Apenas se dio crédito al Gobierno de México por su lucha contra el narcotráfico. Los reflectores fueron para el Departamento de Justicia, la DEA, el FBI y Seguridad Interior. Para EE.UU, la captura y confesión del “Mayo” es un triunfo propio, no compartido. El mensaje implícito es devastador: el Estado mexicano fue, en el mejor de los casos, un actor secundario en la caída del legendario narcotraficante

Su confesión abre varias hipótesis. La primera: Que EE.UU tenga en sus manos datos inéditos sobre redes de corrupción en México. La segunda: Que el DOJ guarde esa información bajo llave y la use como ficha de negociación diplomática. La tercera: Que nada cambie y el sistema político mexicano, acostumbrado a la impunidad, ignore cualquier revelación.

Así, la noticia más esperada resultó ser también la más decepcionante. No hay escenas de drama judicial, no hay lista de políticos y empresarios exhibidos, no hay cierre cinematográfico. Sólo la imagen invisible de un anciano enfermo admitiendo que durante medio siglo traficó a EE.UU 1,500 toneladas de cocaína con la complicidad de muchos y el silencio de casi todos.

Su historia termina de forma anticlimática y su confesión puede quedar enterrada en los archivos del DOJ o convertirse en dinamita política. Por ahora, lo único seguro es que pasará el resto de su vida tras las rejas.

Eduardo Ruiz-Healy

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