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El lastre del aislamiento

¿Por qué la falta de integración limita tanto el desarrollo de nuestro liderazgo empresario?

Carlos  Dumois

Lo mejor de nosotros surge ante la necesidad de interactuar con los demás. Aislarnos es limitarnos.

Hemos escrito aquí antes que tres son los grandes lastres del crecimiento personal: Desubicación, aislamiento y complacencia. Hoy quiero profundizar en el tema del aislamiento.

¿Por qué la falta de integración limita tanto el desarrollo de nuestro liderazgo empresario?

Una persona que sabe lo que quiere, que se aboca decididamente a conseguirlo, que es congruente con lo que anhela, que es dedicado y comprometido, pero que no se vincula con las personas adecuadas, tendrá opciones más limitadas, le faltarán conexiones, carecerá de guía, orientación y retroalimentación. También podrán faltarle referencias y ejemplos a seguir.

Dime con quién andas y te diré hasta dónde puedes llegar. Muchas cosas importantes en la vida se consiguen con buenas relaciones.

Relacionarse con personas está implícito en los actos de liderar, vender, comprar, conseguir financiamiento o inversionistas, dar clases, conseguir empleo, trabajar en equipo. Como la natación, la mejor manera de aprender a hacerlo, es haciéndolo.

Elegir con quién te juntas es crucial. La calidad de amigos, de colegas, de jefes, de socios, de aliados, de maestros, de coaches, de mentores, todos ellos influyen en buena parte en nuestro progreso personal.

Pero el aislamiento es la dificultad de integrarnos. Es la incapacidad de acercarnos o atraer gente que nos haga crecer. Es no ser exigentes o no mirar para arriba cuando elegimos con quién juntarnos. Es no ponerle interés en rodearnos de las mejores relaciones a nuestro alcance.

El aislamiento es una forma de dispersión, de inercia, de dependencia. A veces caemos en actitudes de dejadez y descuido que limitan nuestro crecimiento: “Con quien me toque”, “con quien caiga”, “con quien me busque”, “cuando me llamen”, “Y si no, me quedo solo”. Estas expresiones reflejan posturas conformistas y poco proactivas. Mantenernos aislados es salirnos de la jugada de las buenas relaciones.

¿Por qué nos aislamos? Puede ser por introversión, timidez, inseguridad, pena, temor, por no saber hacer networking, o por encerrarnos en nosotros mismos, por no ser exigentes respecto a la calidad de nuestras relaciones, amigos, jefes, colegas, coaches mentores, maestros, También puede darse por no saber dar, no saber aportar, no levantar la mano, no estar dispuesto a colaborar.

Puede haber muchas razones, pero la verdad no hay justificación válida para no buscar nuestra mejor opción en cuanto a jefe, aliado, amigo, colega, maestro, coach. Nada debe restringir la posibilidad de juntarme con los mejores.

El saber compartir nuestra vida y sus aspectos más relevantes es gran parte del sabor de vivir. La calidad de las amistades es una parte importante de la riqueza de la vida. Pero hay personas para quienes convivir es nulo o sólo aparente. Parecen ermitaños o seres asociales que no disfrutan compartir con los demás. También hay personas que aunque en lo exterior conviven con otros, en lo interior experimentan una profunda soledad que sólo ellos conocen.

El exponer nuestra individualidad ante otros nos exige saber escuchar, colaborar, participar, ser flexibles y adaptarnos a otros. El individuo incomunicado se retrae y no desarrolla sus capacidades de convivencia. La inteligencia emocional y la inteligencia social no se pulen si no socializamos, si no interactuamos.

Nuestras habilidades para socializar y gestionar emociones sólo crecen si el intercambio con los demás se diversifica, se intensifica y se hace más complejo. No es lo mismo interactuar jugando en el teléfono que participando en un equipo deportivo de alto rendimiento.

La interdependencia es cada vez mayor y más esencial para el ser humano. El intercambio nos ayuda a descubrirnos, a manifestar y desarrollar nuestros talentos y a ampliar nuestras oportunidades y posibilidades. La integración nos ayuda a complementarnos. En un mundo de interdependencia el individualismo es una postura que nos limita, que amputa posibilidades, que apoca el alcance de nuestra capacidad de crecimiento.

Carlos A. Dumois es presidente y socio fundador de Cedem. “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois

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