El principio de Anna Karenina
Elegir el camino de la armonía familiar ha de partir de bases realistas. La mayoría de las familias empresarias deciden no complicarse

Elegir el camino de la armonía familiar ha de partir de bases realistas. La mayoría de las familias empresarias deciden no complicarse
El principio de Anna Karenina toma su nombre de la primera frase de la novela de León Tolstói: Todas las familias felices se parecen, pero cada familia infeliz lo es a su manera.
En la novela se presenta la vida de la protagonista y la tragedia de su fracaso matrimonial, que termina llevándole al suicidio, mientras que su amigo, con una vida más sencilla, logra crear una familia razonablemente feliz.
Este principio puede aplicarse a muchos otros ámbitos, por ejemplo: Para estar en buen estado de salud, todo nuestro cuerpo necesita funcionar bien; pero con un órgano que no trabaje adecuadamente, empezaremos a deteriorarnos y a padecer enfermedades.
Para que una pieza artística luzca, todas sus partes tienen que integrarse armoniosamente, pero si una queda fuera de lugar, la obra perderá todo su esplendor.
El principio tiene una aplicación clara en la conducción de procesos de integración de los miembros de negocios familiares. La armonía en las familias nunca será un asunto fácil de trabajar, pero será imposible si no se persigue como propósito compartido.
Es obvio que las familias perfectas que cumplan a plenitud con todos los requisitos para ser felices no existen. Lo que sí hemos visto son familias empresarias con características funcionales en sus interacciones que ayudan a desarrollar la felicidad de sus miembros y la concordia en sus relaciones.
Entendemos por armonía la capacidad de un grupo familiar para integrarse con flexibilidad y realismo en el logro de su proyecto común y para conciliar sus diferencias tanto en el esfuerzo por hacerlo realidad como en la justicia para compartir sus frutos.
Las familias empresarias difícilmente serán ejemplares en sostener relaciones perfectas. Lo que distingue a las más armoniosas son cuatro claras rutas de avance: Querencia común clara y potente (compromiso con una visión unificadora y alentadora), calidad de diálogo (capacidad de comunicación empática), gestión efectiva de discrepancias (mecanismos de manejo de conflictos) y liderazgo eficaz (capaz de conciliar la conducción de la creación de valor con la construcción de armonía).
Estas son las canchas donde hay que trabajar incesantemente. Nunca se concluyen, pero jamás se detienen. La cuestión no es si ya llegamos, sino si seguimos mejorando.
Son cuatro itinerarios que exigen voluntad y madurez. Nada fáciles de vivir. Son canchas de desarrollo permanente que, si mejoran cada día, la felicidad se va dando, va progresando. Son objeto de una lucha interminable.
En cambio las formas de ser infelices son infinitas. Cualquier combinación de descuido o abandono de las cuatro pistas que hay que transitar estropea el conjunto. Si se aplican en serio en crecer en esos campos, las cosas pueden marchar en armonía. Basta que alguno de ellos se relegue para que la armonía empiece a destruirse.
En otras palabras, este precepto resalta la interdependencia de los factores críticos en la armonización de las familias de empresa. Una deficiencia en cualquiera de los cuatro terrenos (por ejemplo, en la comunicación o en el manejo de discrepancias) puede afectar de manera trascendente la dinámica familiar, incluso si los otros están funcionando adecuadamente.
Mientras las familias progresen en esos ámbitos referidos, pueden avanzar y convivir en armonía y “ser felices” (por eso se asemejan), pero las que no lo logren, si fallan en alguno de ellos, experimentarán a su propio modo un sentimiento especial de infelicidad.
En resumen, el principio de Anna Karenina es un modelo útil para comprender sistemas complejos y la fragilidad de su éxito. Sugiere que la felicidad de los grupos familiares requiere de varios factores que se atiendan simultáneamente, pero el fracaso solo necesita que uno de ellos falle.
La felicidad en las familias empresarias es delicada y quebradiza, cualquier fisura en lo esencial puede hacer que se derrumbe. Por eso se requiere un liderazgo muy fuerte y persistente y un espíritu de lucha incansable para robustecerla.
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