Extraño negocio
Mucha gente piensa que los bancos pueden, literalmente, imprimir dinero, y no les falta razón: Crean dinero al otorgar créditos.

El negocio bancario es diferente. Para empezar, la mayor parte del capital no lo aportan los accionistas sino el público con sus ahorros. Por cada peso de los dueños, los ahorradores entregan nueve, lo que permite prestar más. Si el banco quiebra, no sólo los accionistas pierden su capital, también los depositantes, a menos de que haya un seguro de depósitos con suficientes reservas o un gobierno que rescate al banco.
Mucha gente piensa que los bancos pueden, literalmente, imprimir dinero, y no les falta razón: Crean dinero al otorgar créditos. Los banqueros proyectan una imagen de prosperidad, y en buenos tiempos sus negocios son muy rentables, al obtener recursos del público a un costo relativamente bajo y prestarlo a tasas muy superiores. En el fondo, sin embargo, resultan extraordinariamente frágiles.
Una crisis los puede dejar insolventes con asombrosa rapidez. Lo vimos en México en la crisis de 1995 y 1996, pero no sólo ocurre en nuestro país. Luc Laeven y Fabián Valencia han identificado 147 crisis sistémicas bancarias en el mundo nada más entre 1970 y 2011. La fragilidad de los bancos surge de la naturaleza misma del negocio. La mayor parte de sus depósitos son a la vista o de muy corto plazo, pero otorgan préstamos de mediano a largo plazo.
En una crisis la gente suele acudir al banco a retirar sus ahorros; pero, aunque la institución tenga activos sólidos en créditos, no los puede convertir en efectivo de inmediato. Por eso se generan las insolvencias. La enorme mayoría de los gobiernos han rescatado a los bancos en estos casos o por lo menos a los más importantes, los que son “demasiado grandes para fallar”.
No es un sistema perfecto, porque genera incentivos para que los bancos tomen riesgos a sabiendas de que el contribuyente asumirá el costo de una quiebra, pero también porque elimina uno de los principales mecanismos de renovación de un sistema de libre empresa, en el que los malos negocios quiebran y los buenos prosperan.
Andrés Manuel López Obrador cometió muchos errores como presidente, pero a los banqueros les cumplió la promesa de no cambiar las reglas. Cuando algunos políticos trataron de modificarlas, como Ricardo Monreal, que quiso limitar las comisiones, el presidente los paró de tajo.
Una consecuencia fue que la banca mexicana registró ganancias importantes en el sexenio a pesar de que la economía solo creció 0.88% al año. Las utilidades de la banca mexicana, 157,794 millones de pesos en 2018, alcanzaron 288,340 millones de pesos en 2024. La banca mexicana empezará hoy en Nuevo Nayarit (antes Nuevo Vallarta) su 88ª Convención Bancaria.
La presidenta Sheinbaum ha adelantado que pedirá a los banqueros que reduzcan sus intereses, especialmente para las pequeñas y medianas empresas, pero los bancos no pueden bajar sus tasas solo porque ella lo pide. Estas surgen de un complejo grupo de factores entre los que se encuentran el costo del dinero y las posibilidades de impagos. Manipular el sistema para quedar bien con los políticos es un ejercicio de alto riesgo.
El Gobierno puede ayudar a bajar las tasas reduciendo su déficit de presupuesto o facilitando los cobros de los créditos, pero no debe manipular las tasas. En el extraño negocio de la banca, las decisiones populistas suelen terminar en tragedias para todos.
METRO
“Yo solo soy directora del Metro”, declaró Florencia Serranía en enero de 2021 tras un incendio en que murió una persona. El 3 de mayo se desplomó la Línea 12, con un saldo de 26 muertos. Serranía fue separada el 28 de junio y la sucedió Guillermo Calderón, ahora reemplazado por Adrián Ruvalcaba, un político sin experiencia en transporte público. Supongo que ante algún problema dirá que es “solo director del Metro”.
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