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Lo bueno del sexenio de López Obrador

Siempre he sostenido que todo gobierno es un conjunto de claroscuros. Rechazo a los que piensan que todo fue positivo como a los que sostienen lo mismo en negativo.

Leo Zuckermann

JUEGOS DE PODER

Siempre he sostenido que todo gobierno es un conjunto de claroscuros. Rechazo a los que piensan que todo fue positivo como a los que sostienen lo mismo en negativo.

Me quedan tres artículos antes de terminar este sexenio y voy a dividir así, en una trilogía, mi evaluación del gobierno del presidente López Obrador usando un cliché que viene de la película de Sergio Leone: lo bueno, lo malo y lo feo.

Comienzo con lo bueno. El incremento de 110% en el salario mínimo entre 2018 y 2024. Reconozco que soy de los que creía que un aumento así generaría inflación. Sin embargo, durante el sexenio pasado, Salomón Chertorivsky me convenció que no era así y resultaba urgente comenzar a aumentar el salario mínimo. Esto pasaba por aprobar una ley para desvincular esta variable con otras. Por ejemplo, se usaba el salario mínimo para definir las multas de tránsito. Esto ocurrió el sexenio pasado dejándole a AMLO la posibilidad de incrementar el salario mínimo sin que otros precios subieran de inmediato.

El fin de la tercerización laboral. Este Gobierno terminó con el llamado “outsourcing”. A través de este mecanismo, los empleadores dejaban de pagar las prestaciones a sus empleados quienes quedaban desprotegidos. No tenían ni Seguro Social ni Infonavit ni otros privilegios que les otorgaba la ley laboral. Como suele suceder en México, se abusó de la figura legal del “outsourcing” dejando a millones de trabajadores a la intemperie. No es que ya se haya resuelto del todo, pero muchos empleados recuperaron sus derechos laborales.

El aval para la firma de un nuevo tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. Retóricamente, el Presidente ha despotricado contra el neoliberalismo, pero pragmáticamente hizo todo lo posible por mantener una de las joyas de la corona de las políticas neoliberales. Me refiero a la apertura comercial y, en particular, a la integración económica con nuestros vecinos del norte. Amenazados por el presidente Trump que quiso salirse del tratado original, el gobierno de Peña comenzó la negociación de un nuevo acuerdo que terminó con el aval y la aprobación de López Obrador.

Respeto a la autonomía del Banco de México. Otra de las joyas de la corona del neoliberalismo, honrada a cabalidad por esta administración que destruyó muchos órganos autónomos del Estado, pero no la que maneja la política monetaria. Esto dio estabilidad macroeconómica incluyendo una inflación relativamente baja.

Manejo razonablemente responsable de las finanzas públicas. Otro elemento de la doctrina neoliberal asumida por este Presidente. Este gobierno recibió unas finanzas públicas sanas. Pudo gastar más gracias a un programa de austeridad y un buen esfuerzo de recaudación. No obstante, incurrieron en déficits fiscales cada año, aunque bajos. Contra lo que prometió en campaña, el gobierno sí se endeudó. Este último año se deschongaron y elevaron el déficit al 6% del Producto Interno Bruto. Le heredarán un problema fiscal a la próxima administración, pero al final no resultó tan desastroso el manejo de las finanzas públicas como muchos esperábamos.

El programa de transferencias directas a los adultos de la tercera edad. Es el mejor programa social de este Gobierno. Los ancianos de este País se merecen una ayuda del Estado tomando en cuenta la situación tan precaria de los bienes públicos que existen, en particular el sistema de salud. El reto al futuro no solo es sostener este programa sino conseguir los fondos para financiarlo en la medida en que la población mexicana está envejeciendo.

Mujer Presidenta. Hay muchas dudas de qué tipo de mandataria será Claudia Sheinbaum, pero celebro que López Obrador haya decidido que la candidata de Morena fuera una mujer. Junto con Xóchitl Gálvez, nos dieron la posibilidad a los mexicanos de elegir a una de ellas para convertirse en Presidenta. Ya era hora. Ojalá esto sirva para bajarle los niveles de testosterona a la política nacional.

Internet para todos. Lo prometió el Presidente, aunque no lo cumplió a cabalidad. Y es que, hoy, al igual que la electricidad y el agua potable, el acceso al Internet es fundamental para tener mejores oportunidades económicas en la vida. Como liberal, no me opongo a la intervención del Gobierno para llevar Internet barato, incluso gratis, a las comunidades más pobres y alejadas del país. Se trata de un asunto de justicia social. Lástima que no le dedicaron más recursos a este programa.

Mañana: Lo malo del sexenio de AMLO y el lunes lo feo.

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