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¿Te sientes comprendido? Una historia de empatía

Alexander Neill fundó una escuela que priorizaba el bienestar emocional sobre los conocimientos académicos.

Juan Tonelli

Historias demasiado humanas

Alexander Neill fundó una escuela que priorizaba el bienestar emocional de sus alumnos por encima de los conocimientos académicos. Ahí los chicos no podían hacer cualquier cosa, pero sí seguir sus intereses, en vez de estar obligados a “aprender” cosas que no les importaban.

Summerhill -tal era el nombre de la escuela- fue creciendo en reputación. Frecuentemente llegaban chicos con graves problemas de conducta, que en pocas semanas se transformaban. Tener libertad y seguir la propia curiosidad hacía milagros.

Un día llegó un alumno con pésimos antecedentes. El director le mostró las instalaciones y le explicó cómo funcionaba todo.

Al poco tiempo llamó por teléfono la madre del alumno, contando que había un Bautismo familiar en el pueblo en donde vivían, y deseaba que su hijo pudiera asistir. El director accedió, sólo pidiendo la autorización por escrito. La madre consultó si le podrían facilitar dinero al chico para que tomara el tren, el cual sería devuelto al regreso.

La autorización llegó por correo y la tarde previa a que el chico se fuera, el director fue a verlo a su cuarto. Le entregó 10 libras, le deseó suerte, y se retiró.

Sin embargo, percibió algo en el alumno que le generó inquietud. En pocos instantes entendió todo. Era una mentira del chico para fugarse. Cualquier persona podía haber llamado haciéndose pasar por la madre, como así también falsificar la firma y autorización.

¿Qué hacer?

Fue a ver a su esposa y le contó. Ella recomendó ver al joven e informarle que se habían dado cuenta de todo, prohibiendo su partida.

El director no estuvo de acuerdo.

-”Así solo vamos a agravar los problemas que este chico ya tiene. Necesitamos hacer algo que le demuestre que lo apoyamos incondicionalmente”.

-”No podemos ser irresponsables; sabemos que miente. ¿Y si le pasa algo?”.

El director se sintió incomprendido, quizá como su alumno.

-”Hay que encontrar otra salida”.

Después de pensar unas horas y presionado por la urgencia, se le ocurrió una idea audaz.

Volvió a la habitación del joven y cuando el chico lo vio se puso serio, previendo lo peor.

-”Llamó nuevamente tu madre preguntando si podíamos darte dinero adicional para que comas algo durante el viaje”, dijo entregándole otras 10 libras y saliendo de la habitación sin darle tiempo a que el alumno hiciera nada.

Al día siguiente el joven se fue. Sólo atinó a dejar una breve nota que decía. “Señor director... Usted es mejor actor que yo…”.

Pasaban los días y la inquietud del director y su esposa crecían.

Al cumplirse el mes el alumno volvió. Y al igual que el padre de la parábola del hijo pródigo, el director lo recibió feliz con un abrazo.

Poco después se encontraron en el comedor, y el alumno se sentó al lado del director.

-”¿Te puedo hacer una pregunta?”, preguntó Neill.

El joven asintió mientras comía.

-”¿Por qué volviste?”.

Después de pensar, el alumno contestó:

-”Cuando usted entró nuevamente a mi cuarto, recibí una de las sacudidas más grandes de mi vida. Era claro que mi madre no había llamado, porque no tengo madre; me abandonó cuando era un bebé. Usted en cambio me hizo sentir, por primera vez en mi vida, que alguien estaba de mi lado. Y por eso volví... ¿A dónde más voy a ir?”.

¿Cómo sería tu vida si te sintieras apoyado incondicionalmente? ¿Cómo sería la de tus seres queridos si sintieran que los apoyas incondicionalmente?

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