Las reformas constitucionales: Testamento, salvaguarda y llamado a la acción
Una serie de iniciativas de reforma a la Constitución de gran calado ha despertado acalorados debates en la opinión pública.
El Presidente de la República presentó en días recientes dos documentos que podrían leerse en conjunto como un testamento político en funciones. Por un lado, el libro “¡Gracias!” (agotado en preventa) revela algunos episodios del mandato guardados para el cierre. Por otro, una serie de iniciativas de reforma a la Constitución de gran calado ha despertado acalorados debates en la opinión pública. De este segundo tema se ocupa quien teclea.
Empecemos por reconocer que la Constitución ha sufrido grandes cambios en lo que acumula de vida y que este ni siquiera es el capítulo más disruptivo del siglo. No hace falta ir lejos. Peña Nieto (PRI), con la complicidad del PAN y buena parte del PRD, aprobó en su momento un paquete de iniciativas que sobrevendió expectativas y a la postre decepcionó incluso a sus simpatizantes. Podría argumentarse que las reformas que ahora presenta Morena son en ciertos aspectos menos ambiciosas desde el punto de vista estructural, tratándose en su mayoría de programas sociales ya en marcha.
¿Por qué modificar entonces la Constitución? La principal motivación presidencial parece ser el escudo legal para varios derechos sociales. Si bien la elección del 2024 está resuelta con una diferencia demoscópica entre Sheinbaum y Gálvez de 20 a 30 puntos, la correlación de fuerzas podría ser otra en 2030. AMLO buscaría en el presente una capa de protección adicional para evitar futuras regresiones.
Pero algunas iniciativas trascienden la mera salvaguarda constitucional. En ciertos casos, AMLO retoma temas que abordó en algún punto del sexenio (como los cigarros electrónicos, el fracking o la minería a cielo abierto) y que ahora buscaría agrupar con la mente puesta en las dos legislaturas que tiene delante. Aquellas modificaciones que implican alguna prohibición o la expansión de derechos no tan vigilados en este sexenio -como el de la vivienda mediante la propuesta para flexibilizar las opciones de arrendamiento del Infonavit- parecen responder más a una lógica de testamento u horizonte político, donde el juego de señales en ciertas batallas icónicas reforzaría la identidad de la 4T.
En el agregado, el cálculo político no es despreciable más allá del contenido programático, sin duda coherente con los principios del partido. Por un lado, impone definiciones a una coalición opositora incapaz de comunicar los postulados esenciales que le articulan. El paquete de iniciativas refuerza el sello de cambio de la 4T y contrasta sobremanera frente a una Xóchitl Gálvez cuestionada por su frivolidad y sus carencias programáticas.
Por otro, el paquete es un llamado a la acción al interior. Unas bases galvanizadas requieren propósito para movilizarse durante las campañas y la jornada electoral, y nada mejor que la definición de rivales como el Poder Judicial y su corrupción sistémica o algunos organismos autónomos fachada que lastran simulación y excesos de gasto para reforzar el mensaje de unidad en torno a asuntos tangibles.
Tampoco debe subestimarse el papel presente y futuro de Movimiento Ciudadano. En momentos de espalda y no espaldarazo al PRI/PAN por la crisis de gobernabilidad en Nuevo León, votar iniciativas constitucionales puede disociar en definitiva a un partido bisagra que no ha logrado posicionarse en equidistancia con credibilidad. Forzarlo a definirse en temas puntuales -no tiene que rechazar o aceptar todas en paquete- puede aplanar el terreno de alianzas post-2024.
En suma, Morena podría resultar victorioso aun perdiendo la votación en la actual legislatura, recordando que la recomposición puede serle favorable hacia el final del actual mandato presidencial. El mensaje toral que instrumentalizaría el partido es el del cambio verdadero, impidiendo de paso que la opositodo pueda envolverse en esa bandera.
¿Y en el mientras tanto qué hacen los candidatos rivales para contrarrestar? Xóchitl Gálvez eligió pasear por Nueva York, Washington y Madrid, mientras Jorge Álvarez Máynez optó por cantarle tiro a Beltrones desde la comodidad de un palco bien aprovisionado. Cada quien con sus prioridades.
Mario Campa
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