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Piñata

La migración es uno de los temas más dramáticos y a la vez más naturales de la humanidad y no se diga en la relación entre México y EU.

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La migración es uno de los temas más dramáticos y a la vez más naturales de la humanidad y no se diga en la relación entre México y EU. A inicios del siglo 20 no había realmente una frontera entre ambos países.

El Río Bravo siempre ha sido una división natural, pero la gente cruzaba de un lado a otro sin mayores contratiempos. Las puertas de la frontera estaban abiertas, como lo estuvo EU a lo largo del siglo, atrayendo inmigrantes, pero esa apertura dio pie a la cerrazón. La narrativa antiinmigrante y el pánico de una nación blanca que se sintió amenazada empezó a echar raíces, reconfigurando la opinión pública en torno a la migración. Donald Trump ha alimentado esa narrativa los últimos 10 años. Su discurso permeó.

A lo largo de la primera mitad del siglo 20, la economía estadounidense se volvió un verdadero magneto para la migración. Las oportunidades de empleo, la misma oferta del mercado y la esperanza de un mejor futuro detonó la movilidad internacional de millones de personas.

El sistema migratorio estadounidense mantuvo las puertas abiertas a quienes llegaban de Europa en barco, cruzando el Atlántico, y a quienes la Estatua de la Libertad daba la bienvenida, antes de la inspección sanitaria a la que les llevaban en el hospital de la pequeña isla de Ellis.

Más de 12 millones de personas fueron admitidas en esos años, con pocas deportaciones. Algo similar, y quizás más desordenado, ocurría en los más de 3 mil kilómetros de la frontera entre México y EU. Las rejas del sistema empezaron a cerrarse a partir de la década de los años 50. Aristide Zolberg relata en su libro “A Nation by Design” cómo fue cambiando la política migratoria a lo largo de ese tiempo y hasta la década de los 80.

Las voces antiinmigrantes empezaron a sonar fuerte junto al ascenso de un grupo conservador que se inmiscuyó cada vez más en la política bajo la bandera del nacionalismo, el anticomunismo, la defensa de los vaDe lores tradicionales frente a los movimientos identitarios de los años 60, y especialmente el temor de que la mayoría blanca fuera reemplazada.

De hecho, la política migratoria que se basaba en cuotas de admisión por origen étnico fue profundamente racista y fue el sistema que perduró por décadas. Los años 60 del siglo 20 son el origen de la grieta de la polarización en EU y de las ideas en conflicto en torno a temas sociales como la migración.

A mediados de los años 80, el presidente Ronald Reagan retomó la idea de reformar la política migratoria y promovió una amnistía y nuevas reglas, pero éstas fueron insuficientes. EU siguió siendo un imán y las crisis económicas de los 90 en América Latina generaron una mayor movilidad humana.

La agenda de combate al terrorismo y el auge del crimen organizado en México, Centro y Sudamérica securitizaron la agenda migratoria. EU se volvió aún más duro en sellar su frontera. La narrativa antiinmigrante se alimentó de los crecientes flujos de personas que ahora huían de la violencia del narco y que se enfrentaban a un EU apanicado por el terrorismo. George W. Bush había llegado a la presidencia con la promesa de una reforma migratoria y ésta no avanzó. Barack Obama la prometió en 2008 y se fue en 2016 de la Casa Blanca sin haberlo conseguido. Donald Trump abrazó la narrativa antiinmigrante en su campaña del 2016 y la revivió con fuerza este 2024, forzando al presiente Joe Biden a lo mismo.

El fantasma antiinmigrante recorre el mundo, pero se estaciona en EU y en la elección de noviembre próximo. Biden usa el cierre de la frontera para negociar temas en el Congreso con los republicanos.

Trump ha tenido una enorme victoria al mover la narrativa electoral hacia donde él se siente cómodo y en el camino ha jalado a los demócratas. México es la piñata electoral del año. Al presidente López Obrador le tocarán meses muy difíciles, con declaraciones cada vez más subidas de tono, con mayor presión para detener más migrantes centroamericanos en la frontera sur y de militarizar más la norte, pero el arranque del sexenio de la próxima presidenta será aún más complicado en este tema.

GENARO LOZANO

El autor es politólogo, conductor de un programa de televisión y profesor en el Departamento de Estudios Internacionales de la Ibero.