Revocar la revocación
No necesitamos una consulta de revocación en marzo de 2022. No hay un rechazo popular al presidente
"Nosotros ganamos la elección por el pueblo, por la gente, esa es la esencia de la democracia, el ciudadano",
Andrés Manuel López Obrador.
No necesitamos gastar 3,830 millones de pesos ni conformarnos con un "remedo de consulta", para tener una verdadera consulta de revocación de mandato. De hecho, ya la tuvimos en las elecciones intermedias de este 2021, que ganaron ampliamente el presidente López Obrador y sus partidos, los cuales consiguieron una mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y doce de los quince gobiernos estatales en disputa.
Al contrario de los sistemas parlamentarios, en los que se puede revocar un mandato en cualquier momento, las consultas democráticas en un régimen presidencial se realizan con elecciones en tiempos determinados. No es un mal sistema porque garantiza una mayor estabilidad política. En México los electores votamos por un mandatario para un periodo de seis años, pero podemos expresar nuestro rechazo sufragando en contra de los partidos de Gobierno en los comicios intermedios.
No necesitamos una consulta de revocación en marzo de 2022. No hay un rechazo popular al presidente. Al contrario, este goza de una aprobación muy alta. Quizá una razón para organizar una consulta es que a AMLO le gusta que le digan que es muy buen Presidente, el mejor de la historia, pero el ego de un político no deber ser razón para tener una votación tan cara como esta.
Mucho nos dicen que la consulta de revocación es un avance democrático. No lo es. Democracia es el sistema que permite a los ciudadanos elegir a sus gobernantes. Esto ya lo tenemos, después de una larga lucha. Durante décadas, en los tiempos del viejo PRI, sufrimos un sistema político que hacía elecciones constantes, pero en las que siempre ganaba el mismo partido. como en los países más autoritarios. La "dictadura perfecta", lo llamó Mario Vargas Llosa.
En 1988 tuvimos unas elecciones históricas, en las que el secretario de gobernación, Manuel Bartlett, era juez y parte. Sus resultados fueron cuestionados por propios y extraños. Las críticas llevaron a la realización de cuatro reformas electorales en los años noventa, que crearon un árbitro autónomo, el Instituto Federal Electoral, y dieron equidad al financiamiento de los partidos. El resultado fue una alternancia de partidos en el poder a partir de 1997, cuando el PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. Tres años después, en 2000, se registró el primer triunfo con reconocimiento oficial de un candidato de oposición a la Presidencia, el de Vicente Fox. Desde entonces la alternancia se ha convertido en regla en nuestro País. No es poca cosa. La alternancia es la prueba de fuego de una democracia.
Me preocupa que la consulta de revocación de mandato, además de servir para nutrir el ego del Presidente, se esté utilizando como arma para debilitar al Instituto Nacional Electoral, el heredero del IFE. Tanto Mario Delgado, presidente nacional de Morena, como Sergio Gutiérrez Luna, presidente de la Cámara de Diputados, han sugerido promover juicios políticos contra los consejeros electorales que votaron por postergar algunas de las tareas de la consulta por falta de recursos.
Ayer el presidente López Obrador dijo que, si el INE no puede hacer la consulta, habría que encargársela a los "ciudadanos". También, supongo, que se la podría pedir a Manuel Bartlett, quien ya tiene experiencia en este campo. Así regresaríamos a los tiempos gloriosos en que no había organismos autónomos y el Gobierno tenía el monopolio no sólo de la electricidad sino de las elecciones.
Antiecológica
La propuesta de extinguir el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático y el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua ratifica la visión antiecológica del Gobierno. Las investigaciones en estos campos las deben realizar instituciones autónomas, y no instituciones de Gobierno, como Semarnat.
Sergio Sarmiento
Twitter: @SergioSarmiento
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