Poder femenino
Esther Morales del restaurante La Antigüita y Carla Martínez, encargada de la asociación Mujeres Mayúscula Unidas, son ejemplo de mujeres que se apoyan entre sí y se fortalecen.

TIJUANA, B.C.- La unión hace la fuerza, Carla Martínez y Esther Morales predican con el ejemplo, ellas apoyan a mujeres en situación vulnerable.
Esther Morales Guzmán, después de casi morir ahogada en un río entre el área de Playas de Tijuana y Estados Unidos para intentar reunirse con su hija, decidió hacer de Tijuana su “Sueño Americano”.
Le dije: yo no quiero que me veas muerta, quiero que me tengas y no que me vayas a ver a un panteón, quiero que me tengas con vida.
En 2009 se instaló en esta ciudad fronteriza, donde le costó ganarse la confianza para obtener un trabajo.
Tuvo que vivir en albergues para migrantes, así, comprendió el hambre, desesperación y angustia por saber qué pasaría al día siguiente; esas circunstancias la hicieron esforzarse por conseguir un sueño: tener su propio restaurante.
Después de una década lo logró: es dueña del restaurante La Antigüita, conocido por los exquisitos tamales de elote, atole de guayaba y antojitos mexicanos elaborados con recetas oaxaqueñas.
El lugar es punto de encuentro de mujeres migrantes de México, Centroamérica, Venezuela, Haití, África, en su mayoría son madres solteras que alguna vez tuvieron el sueño americano, pero que lo cambiaron por el sueño tijuanense.
Doña Esther les enseña a preparar tamales y atole, con el propósito de que también puedan tener un ingreso y salir adelante.
“La mujer migrante se enfrenta a necesidades bastantes fuertes, tristemente no tenemos oportunidades, la sociedad no las mira bien y no les dan la confianza tan fácilmente”, lamentó.
“Hubo una mujer que ahorita está en la colonia Otay que yo le enseñé a hacer los tamales de elote y de eso vive. Me siento muy orgullosa y me da mucho gusto, La señora me dice ‘oiga doña Esther la gente me dice que son los mejores tamales’ y es así porque yo la enseñé”, agregó.
Mujeres Mayúscula Unidas
La mayoría de las mujeres víctimas de violencia que recurren a albergues son las de escasos recursos; aún con este apoyo, algunas regresan con su agresor, contó Carla Martínez, encargada de la asociación civil Mujeres Mayúscula Unidas.
Comentó que reciben mujeres y niños víctimas de violencia que no cuentan con una red de apoyo o solvencia económica.
Entre las personas que ha recibido, mencionó dos situaciones que le causaron impresión; una fémina que llegó sin la mitad de la oreja, su pareja se la arrancó de una mordida.
Se levantó una denuncia penal, pero por la dependencia emocional de la víctima, no continuó el proceso y volvió con su agresor.
En el otro caso, el esposo de la señora abusó sexualmente de su hija de 19 años y tuvo una hija fruto de este maltrato; conforme avanzó las terapias, la psicóloga descubrió complicidad por parte de la señora.
Carla Martínez consideró que menos del 40 por ciento lleva hasta el final la demanda, porque los procesos resultan largos para las denunciantes y cuando encuntran un empleo, no tiene tiempo para las audiencias
Por otro lado, están las que siguen con temor o prefirieren no volver a verlos, abundó.
En el albergue, la encargada indicó que diario dan pláticas a las agredidas para que comiencen su proceso de sanación, sin embargo, ellas mismas se ponen una venda y no se liberan de la co-dependencia.
Mujeres Mayúscula Unidas lleva más de tres años y medio de operaciones, y en este tiempo la mayor ocupación que registró es de 20 personas.
Carla Martínez informó que la contingencia les afectó con la baja de ventas en su bazar, ya que es la mayor parte del sustento del albergue; con ello pagan luz, agua y renta.
La asociación se encuentra ubicada en la Zona Centro, calle Ignacio Zaragoza #8951, además, en redes sociales están como ‘Mujeres Mayúscula’.
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