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El Imparcial / Tijuana / Salvemos la tierra

Aprende en Cereso a dar vida a desechos

Las personas cambian, cambian al mundo y a ellas mismas, ejemplo de ello es Leticia. Luego de que sus manos fueron cómplices de un secuestro, ahora forjan artículos con técnicas ecológicas que abonan al equilibrio entre las internas de la cárcel y del medio ambiente.

Leticia Rosas Lara es su nombre completo, cada día busca entre la basura los paquetes metálicos de alimentos, evitando que se vayan al relleno sanitario, para así crear artesanías que comercializa dentro y fuera del Cereso de Mexicali.

Con la montura de papitas, galletas, pingüinos, todo lo que sea plateado, hacen diversidad de artículos, desde un carro, un alhajero, carteras, portarretratos, hasta mochilas.

Cuando Leticia ingresó al Cereso, la vida se resumía en comer y dormir, no había actividades que la distrajeran de su encierro, fue entonces que una joven le enseñó la técnica de las “grapas” con las que va tejiendo figuras.

“Fue algo que me sirvió para que se me fuera yendo el tiempo, lo hacemos dentro o fuera de la celdas, en la mañana o la tarde, porque a las 11 de la noche ya debe de estar todo apagado”, reveló.

Lo más sencillo de elaborar es una cartera para hombre, se lleva cuatro días; lo más complejo es hacer un carro suburban, puede tardar hasta dos semanas tejiéndolo, explicó Rosas Lara.

Leticia ha sido maestra de muchas mujeres que siguen en la penitenciaría y muchas otras que ya cumplieron con su condena, todas se llevaron una lección de cómo aprovechar los desechos y convertirlos en momentos de terapia y una ayuda al planeta.

“Lo junto de la basura, lo lavo y lo corto, me involucré en esto porque me gusta que se vaya el tiempo rápido, no estar pensando en lo de afuera, y que me sirva de buena conducta y así mejoro el ambiente con mis compañeras”, detalló.

Leticia es muy querida dentro del Cereso, en 18 años de encierro realizó la primaria y secundaria, se involucró en equipos deportivos y hasta 30 internas han replicado el procedimiento que difunde para salvar al planeta de la contaminación humana.

Hay beneficios sicológicos, económicos y ambientales, porque le ayuda a sobrellevar su estancia, además gana dinero vendiendo sus artículos ya sea con internas o con quienes la visitan.

Su sentencia es de 18 años con cinco meses, le faltan dos años con siete meses para volver a ver las cordilleras lejanas en los paisajes de Mexicali y a su familia, un mundo que asegura será muy distinto al que dejó.

“Yo estoy aquí por secuestro, andaba mal, en las drogas, en la calle, todo se me hacía fácil, cuando te das cuenta que echaste a perder tu vida por nada, porque te cae como balde de agua de que dejaste todo afuera… tus hijos”, pausó al mencionar su descendencia.

Leticia tiene cuatro hijos, todos grandes, calificó entre lágrimas que ese es el más grande dolor, haber perdido su libertad y no estar con ellos, tiene once nietos, a unos los conoce y a otros no.

“No valió la pena nada, ahora estoy aquí, le digo a la juventud que las drogas son muy malas, echas a perder tu vida, tu libertad, tu familia, pasar tanto tiempo encerrado no deja nada bueno, yo he sacado beneficio de aquí porque he aprendido muchas cosas, pero no vale la pena dejar a la familia”, reiteró con una voz de advertencia.

El sueño a corto plazo de Leticia es entrar a la preparatoria, pero no ha podido, ya que su acta de nacimiento tiene un error, fue registrada en Michoacán y señala que su familia debe viajar a aquel Estado para corregirlo, sin embargo no tiene dinero para eso.

Su principal motivador para terminar la preparatoria es poder ayudar a sus nietos a realizar la tarea, espera salir para reunirse con su familia, con quienes ya tiene muchos planes, afuera aseguró que seguirá promoviendo la reutilización de materiales.

Mientras tanto, debe seguir soñando en una celda de la grisácea penitenciaría de Mexicali, donde trabaja cada día con sus manos artesanas por su bienestar y el de su comunidad, aunque no la pueda disfrutar, por ahora.

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