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Caen asesinos y timadores

Esta es una historia real, sin embargo, algunos nombres y lugares pueden haber sido cambiados para proteger la identidad de los protagonistas reales.

El misterioso informante le dijo a la familia de Daniel que el cuerpo se encontraba enterrado cerca de un edificio departamental cerca de un hotel en la carretera Rosarito-Tijuana.

Al rastrear la cuenta bancaria donde se realizó el depósito, los agentes descubrieron que estaba a nombre de un militar retirado, identificado como Antonio y con residencia en Guaymas, Sonora, lo que acrecentó la confusión.

Finalmente, el dato que el informante dio sobre el paradero del cuerpo de Daniel, resultó falso.

En junio, varios periódicos en Baja California y Sonora informaban sobre quejas de varios ciudadanos que habían sido víctimas de una pareja de timadores, quienes lograron sustraerles fuertes sumas de dinero con la promesa de agilizar los trámites de la visa láser.

Mientras tanto, agentes ministeriales detuvieron al ex militar, quien fue solicitado para que rindiera su declaración sobre los hechos.

Antonio Cardoza, dijo a los oficiales que esa cuenta de Banco la había abierto recientemente, para ayudar a una pareja que se hizo pasar como damnificada por el sismo del 4 de abril de 2010.

El ex militar les prestó un pequeño cuarto en las afueras de la ciudad, y “Fernando”, nombre que utilizaba el sujeto, le pidió de favor abrir una cuenta de Banco para que una hermana suya le depositara 5 mil pesos.

Días después de lo ocurrido, Cardoza fue a buscar a la pareja y se dio cuenta que habían abandonado el pequeño cuarto que les había prestado sin siquiera darle las gracias y sin saber más de ellos, algo que le pareció descortés.

Los agentes encargados del caso buscaron en Tijuana a los padres de Rosalío Olivera, el hombre que mantenía una relación amorosa con Rosa Irene y que supuestamente la había secuestrado, quienes los enviaron con su ex esposa.

Ella les dijo que recientemente había hablado con Rosalío, quien le dijo que en unos días regresaría a Tijuana para dejarle a su cargo el niño que lo acompañaba, producto de su relación fallida.

Una serie de pistas otorgadas por ella ayudaron a ubicar a Rosalío en Playas de Tijuana mientras paseaba con niño, y a su vez confesó que Rosa Irene se encontraba en un mercado de la cercanía, logrando los agentes ministeriales detener a ambos el mismo día.

El arresto de la pareja sospechosa ocurrió en diciembre del 2010, a casi un año de la desaparición de Daniel. Durante ese tiempo Rosa, su hermano Fernando y su pareja Rosalío se dedicaron a migrar a varias ciudades de Baja California y Sonora, estafando gente para subsistir.

Derivado de las declaraciones de la pareja, el caso de la desaparición y muerte de Daniel Cázares comenzó a tomar forma y se ataron cabos sueltos.

También se entendió la relación que este hecho tuvo con los otros delitos ocurridos en algunas ciudades de Baja California y Sonora.

Según Rosa, Daniel había acudido a su departamento en Tijuana el 13 de diciembre del 2009, luego de sostener algunas pláticas telefónicas.

Tras conversar y de comer en el mismo departamento donde residía con Rosalío, Rosa escuchó sonidos extraños en el clóset de una recámara.

Ahí descubrió a Rosalío y a su hermano Fernando, quienes supuestamente la amenazaron con matar al sujeto con el que venía por serle infiel a Olivera, pero ella les rogó que no lo hicieran.

Fernando y Rosalío le dijeron que amarrara a Daniel a la silla del comedor para robarle, algo que ella consiguió sugiriéndole que podían sostener relaciones sexuales si le permitía amarrarlo a la silla y vendarle los ojos, algo a lo que Daniel accedió.

Rosalío y Fernando atacaron súbitamente a golpes a un indefenso Daniel, luego lo llevaron a una recámara donde lo siguieron golpeando, para luego asfixiarlo y darlo por muerto, evento en el que aparentemente no participó Rosa Irene.

Daniel fue envuelto en una cobija y puesto en el clóset de la casa, en donde duró varios días hasta que el olor de la putrefacción incomodó al trío de homicidas.

Fernando y Rosalío metieron el cuerpo en dos tambos de basura enredado en cobijas junto con aromatizantes y limpiadores.

Rosalío, Fernando y Rosa Irene hicieron gastos con las tarjetas de Daniel, ya que antes de morir lo obligaron a que les diera los números de seguridad, con lo que hicieron varios gastos hasta que sus cuentas fueron congeladas a petición de sus familiares.

La pareja rentó una casa habitación en un fraccionamiento de Tijuana, en donde dispusieron del cadáver de Daniel dentro de un archivero grande que compraron en un mercado, a casi 10 días de haberlo asesinado y guardar su cuerpo en el clóset de su casa.

Los tres detenidos fueron procesados y encontrados culpables de la muerte de Daniel, mientras que los hijos que mantenían en su concubinato, fueron entregados a sus respectivos abuelos, mientras ellos cumplen su condena en la Penitenciaria de la Mesa.

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