Zalamería al gobernante en turno
Muchos piensan que es parte de nuestra idiosincracia y como mexicano, así nos hemos acostumbrado.
Muchos piensan que es parte de nuestra idiosincracia y como mexicano, así nos hemos acostumbrado.
El tema es que “hacerle la barba” al jefe, al patrón, al gobernante (solo al que esté en turno), al millonario y al que le podamos sacar un favor, es parte de nuestro comportamiento diario.
Recuerdo cuando entré a la universidad. Iba llegando de un pueblo (comparado con Tijuana) y eso, generalmente, te hace sentir menos, pero en algún momento entre segundo y tercer semestre de la carrera, me acostumbré a tutear a mis maestros. Algo cambió en mí para bien: Me acostumbré a verlos como iguales, independientemente de su jerarquía. Creo que pasó algo igual con ellos, me reconocieron más y no se molestaban con mis insistentes y continuas dudas. Me hice familiar.
Comento esto porque el otro día estaba en una reunión de diversas organizaciones sociales con el -en aquel entonces- Alcalde electo de Tijuana. Fue una reunión muy interesante porque el ahora Presidente Municipal nos presentaba a su gabinete y los planes que traía para la ciudad, pero de ahí empezaron los presentes con la zalamería tradicional en el mexicano: Muerto el rey, viva el rey.
Los diferentes colegios de profesionistas y organizaciones sociales aventándose de tapete a los nuevos funcionarios con los clásicos ofrecimientos de colaboración y ayuda mutua y el “aquí estamos para servirles” y así. Sinceramente, me hartaron.
Me di cuenta de algo muy importante: Nadie les estaba diciendo nada relevante, nada que incomodara, nada que pusiera en contexto el desastre en el que está la infraestructura y el orden en nuestro municipio. Una reunión para la zalamería al gobernante.
Otro ejemplo: He escuchado a cientos de personas referirse a Jaime Bonilla como el “gobernador” cuando todavía no toma posesión del cargo. Claro que lo será, pero aún no lo es. Entiendo la lógica del respeto a la nueva figura gubernamental, pero hay que ser claros, aún no asume el cargo.
Esto me ha hecho reflexionar en el por qué luego nuestros gobernantes y también los empresarios y líderes de sectores, ya no ven la realidad: ¡Sí, señor! ¡Son las horas que usted diga, Sr. Presidente!, como sucedía en los tiempos aciagos de la Presidencia imperial.
Por eso creo que es fácil perder el piso y subirte a un ladrillo cuando no tienes los pies bien plantados en la tierra y por supuesto, no entender por qué los medios y la población te critica. Te crees dueño de la verdad.
Tengo otro ejemplo que veo mucho en los eventos empresariales y en los de Gobierno. El Maestro de Ceremonias nombra a todos los integrantes de un presídium o una mesa de honor y cuando toca el turno de hablar a los invitados especiales ¡todos vuelven a presentar a los invitados que ya nombraron! Miel sobre la miel.
Tengo otro ejemplo: “Vengo con la ‘honrosa’ representación del Gobernador (o del Presidente Municipal o de un dirigente de área)”: Todos sabemos que esa persona o su equipo decidieron que algo era más importante que asistir a ese evento.
Así, creo que la modernidad en la que vivimos nos impone una nueva lógica: Debemos acabar con esta forma de ser que no nos lleva a ningún lado.
Parte del problema que tenemos como país es que los ciudadanos no hemos asumido nuestro papel como tal.
Seguimos pensando que un gobernante, un líder, un tlatoani nos va a resolver las cosas que como comunidad requerimos.
Ahí es donde está el error. Creo que cambiar la mentalidad de que los ciudadanos somos menos y los gobernantes son más, es un nuevo reto, un paradigma a romper.
Como publirrelacionista, claro que defiendo los protocolos, las formas, el respeto, pero también creo que ya no podemos continuar como un pueblo agachón, unas personas sumisas, alguien que solo espera órdenes.
Estamos en el tiempo de una palabra que a veces me choca, pero tiene mucho de verdad, necesitamos “empoderarnos”.
Asumir que un gobernante es finito y que está al servicio de los habitantes de nuestras ciudades y del país en general.
Espero vivir lo suficiente para ver este cambio de comportamiento en nuestro México. Estoy seguro que eso nos llevará a un nuevo estadio de bienestar y desarrollo. Realmente lo deseo.
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