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¿Y si los vecinos nos cierran la llave?

“El egoísmo que genera el sistema hace que los gobernantes antepongan su éxito personal a su responsabilidad social” Erich Fromm

El 17 de agosto pasado, apareció publicada una nota de la agencia del Departamento del Interior encargada de administrar los recursos hídricos de la cuenca del río Colorado, informando sobre la reducción de almacenamiento en el sistema de presas del río colorado, mencionado que apenas se tiene un 40 por ciento de su capacidad, por lo que, de acuerdo a las regulaciones internacionales con México, para 2022, el agua que nos enviarán a Baja California será menor en 62 millones de metros cúbicos que representan una disminución de 5% de agua a nuestra zona. Históricamente, el Río Colorado transportaba gran cantidad de agua, al grado de que en temporadas se inundaba la famosa laguna salada que se encuentra en las cercanías de Mexicali, lo cual dejó de ocurrir a mediados de los años 1980. A principios del siglo XX el río Colorado transportaba 22 mil millones de metros cúbicos, pero para mediados del siglo XX se redujo a 10 mil millones, por ello la cantidad oficial que se estableció en el Tratado con México de 1944, fue de 1 850 millones de metros cúbicos. Cabe señalar que desde el 2016, ya se veía venir una situación similar, pues la Conagua confirmó en ese año, que nos encontrábamos en frente a un problema de escasez “entre severa y extrema”, estimado que el 98 por ciento del territorio de Baja California padecía de algún grado de sequía, de acuerdo con datos de la Secretaría de Fomento Agropecuario y no hicimos nada. Durante el tiempo que gobernó en los Estados Unidos, Donald Trump, siempre me preocupó que algún día amaneciera con mayor odio hacia los mexicanos y decidiera unilateralmente cerrarnos la llave del río Colorado, lo cual nos hubiera dejado al borde del colapso y lo peor, teniendo frente a nosotros cientos de kilómetros de litoral que nos permitirían establecer diversas plantas desaladoras que aliviaran la tensión de depender de un solo “proveedor de agua”. A pesar de los grandes errores del gobierno de Kiko Vega, durante su gestión se dio inicio a la construcción de una planta desaladora en Rosarito, la cual al final del proyecto, estimado en el 2024, tendría una capacidad de tratamiento de 4.4 metros cúbicos por segundo. Dicho proyecto incluiría un acueducto de 29 kilómetros desde la planta desalinizadora hasta dos puntos de entrega a los tanques de almacenamiento de la CESPT. Sin embargo, el gobierno de Jaime Bonilla decidió de manera unilateral detener la construcción de este importante proyecto, el cual nos daría más agua de la que estaremos perdiendo por decisión norteamericana y peor aún, México ya fue demandado ante un panel de controversia internacional por la cancelación de este contrato, en virtud de que buena parte de los inversionistas involucrados son empresarios de los Países Bajos, por lo que además de todo tendremos que pagar una indemnización calculada en 3,000 millones de pesos, además de quedarnos sin opciones frente al riesgo de que los vecinos nos cierren la llave. No cancelemos opciones viables para contar con el agua que no tenemos. Puede resultar caro desalar, pero es mas caro no tener agua.

*- El autor es asesor empresarial en cabildeo.

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