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Vacuna, sí

Lo dicho, los próximos tres meses habrá tanto alegría por las vacunas como muchos funerales.

Lo dicho, los próximos tres meses habrá tanto alegría por las vacunas como muchos funerales. Aparentemente el temor de impulsar el cubrebocas fue para no dar la falsa sensación de protección y romper la sana distancia, ahora hay que prevenir que la vacuna no relaje las medidas de protección. El que haya tantos que miren con reserva a las vacunas, es un asunto mental, ante tanta información no se puede argumentar que la ignorancia o falta de educación sea la principal responsable del sospechosísmo.

En el sentido freudiano se trataría de un mecanismo de defensa de los más íntimos intereses y creencias ante las medidas restrictivas sanitarias. Una negación de lo evidente, una forma de justificar sus propias decisiones. Para muchos es un mecanismo necesario para sobrevivir, hay quien está circulando por necesidad de obtener techo y alimento. Para la mayoría es un mecanismo de defensa útil para justificar su deseo, algo del orden de lo no esencial. La empatía, la sensibilidad ante el dolor del otro tiene mucho de biológico, genético. Nacemos con tendencias marcadas en la capacidad, o no, de sentir esto. El psicópata nace más que se hace, el empático también. Entre estos hay un espectro en el que estamos la mayoría. Son pocos los psicópatas, pero cada uno de ellos activa los rasgos de los que están a su lado, generalmente a los muy jóvenes, y los impulsa a tener conductas transgresoras. La falta de empatía es el mayor factor de ruptura de medidas sanitarias, es tomarse libertades a título personal, sentirse justificados por la intensidad del sentimiento, sea amoroso o lúdico, comercial o religioso, familiar o amistoso. A los genuinamente psicópatas les es absolutamente indiferente el que mueran otros, mientras no sea él mismo, generalmente son hombres, no sienten culpa ni vergüenza.

Es de celebrar los maravillosos descubrimientos y recursos para la salud como respuesta a la búsqueda de la vacuna. La famosa vacuna de Pfizer, en realidad la produjo una pareja de migrantes turcos en Alemania. Una pareja que es mi candidata al nobel de medicina, se abre la puerta para enfermedades hasta ahora incurables. Será una época de singular frustración, sabemos que hay vacuna, pero no la tenemos en lo personal. Yo aplaudo los movimientos del gobierno mexicano para posicionarnos bien en la adquisición de vacunas, tienen que prestar mucha atención y cuidado a su distribución. En el año nuevo muchos desearemos tener la vacuna puesta. Habrá quienes se queden en el sospechosísimo, yo opino que debería ser obligatoria salvo que hubiera un argumento médico que lo contraindicara. Mas que una responsabilidad, es una obligación. La salud pública es en sí la libertad, enarbolar la libertad para justificar tener conductas de riesgo es un truco.

*- El autor es psiquiatra y ejerce en Tijuana.

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