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Una oposición responsable

“Cuando encuentres oposición, aunque provenga de tu esposo o de tus hijos, trata de superarla por medio de la razón y no de la autoridad,  pues una victoria que dependa de la autoridad es irreal e ilusoria.”Bertrand Russell

“Cuando encuentres oposición, aunque provenga de tu esposo o de tus hijos, trata de superarla por medio de la razón y no de la autoridad,  pues una victoria que dependa de la autoridad es irreal e ilusoria.”

Bertrand Russell

Para aquellos que nacimos durante la segunda mitad del siglo XX en México, el sistema político mexicano de un solo partido en el poder fue, durante décadas parte de la normalidad política y de la vida diaria.

Efectivamente, desde la fundación del PRI en 1929 (primero como PNR, luego PRM en 1938 y después PRI en 1946), los mexicanos vivimos una especie de pax romana, en la que todo estaba dictado desde el partido en el poder y donde no había sobresaltos sobre cómo se llevaba la política en el país. Desde el centro se elegían candidatos a todo tipo de cargo público y salvo contadas excepciones, era un hecho que resultaba ganador.

La regla establecida a partir del principio cuasi sacramental de la no reelección, permitió que el país mantuviera una estabilidad social envidiable y un desarrollo sostenido desde 1940 y hasta finales de la década de los sesenta, que permitiera hablar del “milagro económico mexicano”.

Desde la llegada al poder del general Lázaro Cárdenas en 1934, hasta la elección intermedia del Presidente Zedillo en 1997, los destinos de México fueron siempre regidos por el poder y las decisiones de un solo hombre, el presidente en turno, quien sucesiva e indefectiblemente perteneció siempre al mismo partido, el PRI.

A este largo y cada vez más oxidado sistema político, el premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa lo definió como la “Dictadura Perfecta” durante un coloquio de intelectuales celebrado en México a iniciativa de Octavio Paz en 1990.

En 1987 se fractura el PRI con el nacimiento de la llamada “Corriente Democratizadora”, dirigida por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, la cual dio origen a una verdadera izquierda que en 1989 funda al PRD dirigido por el ingeniero Heberto Castillo.

En 1997 el partido oficial dejó de tener una mayoría absoluta en el Congreso. Tras ello vino, en el 2000, el primer gobierno de oposición presidido por el panista Vicente Fox y luego en el 2006 el de Felipe Calderón, sin embargo, el PAN perdió la oportunidad de transformar al país y preso de la divisiones y pugnas internas se perdió en el intento y continuó con los vicios del pasado.

El PRI recupera momentáneamente la presidencia con Peña Nieto, pero no aprende la lección y por sus corruptelas y frivolidades, la pierde frente a la izquierda.

Hoy, tanto PRI como PAN no alcanzan a recomponerse, sus liderazgos son débiles y tampoco gozan de respeto ni siquiera entre sus propios compañeros de partido.

Al día de hoy en ningún partido se ven candidatos fuertes y respetables que representen una alternativa seria y confiable para el 2024. Se requiere de una oposición responsable que contraste las ideas del gobierno en turno y permita al electorado tener más opciones partidistas en el futuro.

Es indispensable reconstruir a la oposición para consolidar nuestro sistema democrático, pues de lo contrario, volveremos a ser la “Dictadura Perfecta” de la que hablaba Mario Vargas Llosa.

* El autor es asesor empresarial en cabildeo.

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