Una niña azul
“Eso es tonto”, me dijo Fátima mientras desaprobó mi comentario con una mueca, luego siguió pegada la pantalla del teléfono de su papá sin intención alguna de volverme a hablar.
“Eso es tonto”, me dijo Fátima mientras desaprobó mi comentario con una mueca, luego siguió pegada la pantalla del teléfono de su papá sin intención alguna de volverme a hablar. Así de clara y directa fue su respuesta, con un “eso es tonto” me dijo todo, cuando le comenté hace algunas semanas que mi mujer estaba esperando un bebé, pues la niña que ve más allá de las estrellas ya lo quería conocer. “No puedo enseñártelo, pues está adentro de la panza de mi esposa”, -le expliqué. De inmediato su risa se convirtió en esbozo, se burló de mí y del Todopoderoso.
Supongo que en la lógica de la pequeña se habría asomado la siguiente duda: ¿Cómo puede crecer una persona dentro de otra persona? Y hasta a mí me dejó sinceramente pensando… ¿A quién se le ocurriría guardar a un humano dentro de otro humano, para luego sacarlo entre carne, lágrimas y sangre de un violento tajo? Ella en su mundo de surrealismo, ese universo que los ciegos y tontos llaman autismo, es capaz de ver y juzgar lo que otros cómodamente llaman “realidad”. Esa que no cuestionan porque creen encontrarle la lógica cotidiana de la vida, pero jamás desmenuzan en partículas, porque tienen la consciencia adormecida. A Fátima muchos no la comprenden, pues habla, actúa y piensa diferente y qué bueno que así lo hace, para no ensuciar con paradigmas su azulado plumaje. Vive en un mundo de luces y amigos imaginarios, muchos de ellos supongo, le han de dar consejos sabios. Como el no confiar en los adultos, que creen entenderlo todo y que juran que la realidad es sólo aquello que pueden contabilizar, ver, oír y tocar. Ella sabe y entiende mucho más de lo que le dicen los burdos sentidos, ella conoce a la gallina y el huevo, el amanecer y el canto del gallo… Ha visto nacer al polluelo y ese proceso sí le parece lógico, bello y sin duda bien diseñado. Pero jamás entenderá que una mujer sufra y sea desgarrada por dentro, para traer al mundo a otro humano, en un acto san sanguinario, agresivo y doloroso.
Tiene razón la pequeña navegante de mares de óleo, acrílico y acuarela, ese mecanismo tan diferente al ovíparo, es tonto y hasta tirano. Sin importar como llamemos a quién semejante proceso de reproducción haya diseñado. Ella a quien han atendido médicamente desde que nació, porque presenta un “espectro autista”, en su juicio crítico tuvo razón y su condición clínica podría quizá ser luz para el mundo o hasta una bendición … Con esa respuesta me dio una profunda cátedra de vida. Te concedo la razón: ¡Eso es muy tonto mi niña!
*- El autor es graduado de la licenciatura en Derecho de la UABC, escritor y conductor de radio.
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