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Una consulta espuria

Morena y el bonillismo en Baja California han buscado por todos los medios de cambiar el periodo de gobierno para hacerlo de cinco años.

Morena y el bonillismo en Baja California han buscado por todos los medios de cambiar el periodo de gobierno para hacerlo de cinco años, pero todos estos esfuerzos no han fructificado porque la mayoría de ellos han sido impugnados y han suscitado una ola de inconformidades y señalamientos a nivel local y nacional.

El último de estos intentos, después de varios que resultaron fallidos, fue la decisión que tomó la 22 legislatura que estuvo dominada por el panismo y que no obstante que su partido estaba moribundo después de las elecciones, votó el pasado 8 de julio (junto con los diputados priistas) a favor de ampliar el periodo de gobierno de dos a cinco años.

Ya ha corrido demasiada tinta sobre este episodio para detenerse en él. Lo que es necesario resaltar es que esta decisión del congreso precipitó una crisis política con repercusiones nacionales, arrastrando a Morena y al gobernador electo en BC a sufrir un desprestigio y a mermar sus niveles de legitimidad.

Una referencia que puede servir para evaluar este deterioro es que en lugar de estar discutiendo y analizando los planes de gobierno de la próxima gubernatura y de los gobiernos municipales de Morena, el morenismo y los bonillistas se han enfrascado en la defensa de sus acciones para alargar el periodo de gobierno, tensando y enrareciendo el ambiente político local y nacional.

No conformes con esta situación, ahora el nuevo congreso controlado por Morena ha decidido llevar a cabo una “consulta ciudadana” para refrendar la ampliación del periodo de gobierno. Es decir, insisten en profundizar su propia crisis, actuando como si la población no se diera cuenta de lo que se proponen.

No basta que el congreso pasado haya votado por la ampliación del periodo de gobierno, tampoco que eventualmente la SCJN decida revertir o confirmar esa decisión (que hasta ahora será la única válida), sino que ahora los morenistas y los bonillistas necesitan que sea “el pueblo” el que vote y se pronuncie por los cinco años, como se esperaría que lo hiciera a través de la consulta.

La consulta ciudadana organizada por el congreso morenista busca recuperar la legitimidad perdida, al tiempo que confirmaría que no son ellos, Morena o Bonilla, los que quieren cambiar el periodo de gobierno, sino que es el pueblo el que quiere modificar este plazo. Siguiendo una visión burdamente populista, consideran que frente a una decisión así no habría poder alguno que pudiera oponérsele, ni un tribunal ni una instancia como la SCJN, suponen ellos. Es la nueva tónica del priismo viejo que llegó con Morena.

Si Morena y Bonilla pudieran organizar otras elecciones locales para que la gente decidiera si votaba por dos o cinco años, lo harían. Pero eso es imposible. La consulta ciudadana no es una elección, pero se le parece, dirán ellos, y tendría la misma función de legitimar a un gobierno, aunque sea una consulta espuria.

El problema con todo esto es que, otra vez, resulta que el congreso no puede organizar una consulta ciudadana, pues el único que tiene facultades para hacerlo es el Instituto Estatal Electoral, así como organizar otros mecanismos como el plebiscito, el referéndum y la consulta popular. También, por otro lado, el artículo 5 de la Constitución señala que la materia electoral “no puede ser objeto de la consulta popular”.

Es decir, que la consulta ciudadana que propone y ya votó el congreso morenista es ilegal a todas luces, lo que exhibe a los legisladores que deberían estar preocupados por preservar y respetar las leyes y lo que está establecido en la Constitución del estado y los ordenamientos electorales.

En las pasadas elecciones estatales, una gran porción del electorado repudió a los diputados panistas que se mostraron siempre serviles y obedientes ante el gobernador.

Los resultados son contundentes, pero ahora, siguiendo sus pasos, los diputados morenistas y sus vergonzantes aliados, están haciendo lo mismo como si el clamor de los votantes no sirviera de nada.

Morena y Bonilla están errando el camino y torciendo la Ley, y cada vez más profundizan su propia crisis a pesar de haber ganado con una mayoría de votos. Se vislumbra un periodo cargado de conflictos políticos y de tensiones en el seno de la sociedad.

Es difícil creer que a pesar de la nueva etapa del país y del declive de otros poderes, pueda imponerse un poder tiránico por parte de Morena o del bonillismo en BC que, por lo menos hasta ahora, representan todo menos un cambio o una transformación.

Quizás lo entiendan hasta la próxima votación o la siguiente, pero el momento llegará.

*El autor es analista político

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