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Tres temas

Tres temas me quedaron grabados estos días.

Tres temas me quedaron grabados estos días. Los primeros menores de edad que se cambiaron el nombre por motivo transgénero, se celebra más que se pregunta, cuáles son las consecuencias mentales y físicas en general de estar expuesto a una tormenta de hormonas antagónicas desde antes de la pubertad. Sufren mucho cualquiera sea su rumbo, se retiró como un trastorno por razones ideológicas, muy distinto en otros lugares como Rusia. Es un asunto de libertad individual, uno de tantos que le puede mover el piso a la mayoría. Una decisión parental sobre la certeza del hijo/a de tener un cuerpo que no le corresponde. Una variable genética que enfrenta lo imaginario con lo real, poco frecuente pero conocida desde siempre. Un signo del siglo XXI que enfrentará resistencias durante décadas. Por otro lado, me pregunto anticipadamente qué pasará con la conducta del aficionado mexicano en Catar o Qatar. Ya circulan desafíos y seguramente veremos cosas bochornosas, que al mismo tiempo será una involuntaria protesta al fundamentalismo religioso gubernamental. No llegaremos a la final, pero en escándalos quien sabe. Sí se permiten shorts, pero que cubran toda la rodilla. No puedes mostrar los hombros, ni codos.
Te pueden arrestar por una manifestación pública de afecto, un simple beso. Si te ven con una Biblia o un arcoíris LGBT+, estás perdido. No podrás beber alcohol más que en un puñado de lugares y horarios, nada de andar ebrio por la calle. Si se enteran de que tuviste relaciones, en su territorio, sin estar matrimoniado lo pagarán los dos. No puedes tomar fotografías de ningún catarí, y si eres hombre ni la palabra le puedes dirigir a una catarí. Bueno, hasta estirar las piernas y mostrar las suelas de tus zapatos está mal visto. ¿Qué espera Catar de los turistas de cincuenta países castigados por la FIFA por desmanes? Por algo se habla que irá la Guardia Nacional, disque para entrenarse con decenas de miles de compatriotas echando desmadre como Dios manda. Finalmente, cómo no seguir hablando de la criminalidad si el presidente insiste en que se nace bueno, que el pueblo es bueno. Vaya controversia ha generado su defensa ante los ataques católicos, siendo él cristiano. Por qué no reconocer que la maldad de los sucesos mexicanos es extrema, si el mundo tuviera la nota roja de México no lo creería. Nos negamos a normalizarlo porque lo vivimos en carne propia, quizá fuera lo vean como lo esperable acá. Será el gran tema de la sucesión presidencial. Yo estaría por tener una asesoría internacional que mejorara las policías y el sistema judicial, sin temer perder soberanía por una intervención solicitada y específica. Nadie sabe cómo, todos sabemos que es urgente resolver esto.

* El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.

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