Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Tijuana

Trauma vicario de intervinientes de covid-19

“Ser fuerte es levantarse de cada caída, limpiarse las heridas y seguir adelante”.

“Ser fuerte es levantarse de cada caída, limpiarse las heridas y seguir adelante”.

El coronavirus nos ha dejado a todos en jaque. Un virus que surgió en diciembre de 2019 en la ciudad china de Wuhan y que rápidamente se ha ido extendiendo por otros países hasta convertirse en pandemia mundial.

A todos de alguna manera nos afecta la contingencia sanitaria: por el aislamiento, el trabajo, la alimentación abundante o escasa, falta de actividades al aire libre o solo por el hecho de no poder convivir de la misma manera y no poder interactuar con nuestros seres queridos; ¿pero que pasa con aquellas personas que por cuestiones de trabajo o voluntariado viven de cerca la pandemia?

En una conferencia virtual (de esas, que hoy están tan de moda) con Psicóloga y especialista de la salud mental Martha Cruz, me comenta que las personas que tiene una intervención directa con el fenómeno de salud COVID-19, corren el peligro de experimentar el “Trauma Vicario”; ya que este es un desgaste emocional importante que desarrollan profesionales al servicios de atención sanitaria, de servicios de emergencias, de servicios de protección social o civil y todas aquellas personas que trabajan diariamente con el trauma en general, como: médicos, socorristas, enfermeras, policías, Bomberos, trabajadores sociales, etc., con el sufrimiento, fragilidad y vulnerabilidad humana y que se les puede considerar víctimas secundarias del fenómeno que vivimos.

Refiere que los síntomas para identificarlos pueden ser varios pero se clasifican en cuatro niveles: el primero es a nivel fisiológico: Fatiga, tensión, opresión en el pecho, dolor de cabeza o espalda, temblor, etc.; el segundo se da nivel cognitivo: Confusión, desconcierto, hipervigilancia, búsqueda de culpables, problemas para tomar decisiones, pensamientos intrusivos o recurrentes, disminución en la capacidad para solucionar problemas o para hacer razonamientos, falta de concentración, etc.; el tercero tiene que ver con el nivel afectivo: Tristeza, culpabilidad, miedo, ansiedad, agitación, irritabilidad, cólera, indefensión, etc., y el cuarto lo encontramos a nivel motor: Retraimiento, comportamiento antisocial, incapacidad de descansar, habla acelerada y balbuceante, apetito alterado, consumo de alcohol o tranquilizante, etc.

La especialista Martha Cruz también reflexiona sobre el hecho que en el caso que vivimos los profesionistas van más allá, ya que no son inmunes como pudiera hacerles saber su pasión por la profesión que ejercen y los resultados lo confirman, contagios por su actividad laboral con la carga emocional de no llevar ese contagio a su familia.

La destacada profesionista sugiere para disminuir este fenómeno: el cambio de pensamiento intrusivo por uno más positivo, propositivo, objetivo y real por medio de algo que lo haga sentirse seguro y protegido. Invita a visitar la página oficial de “Ángeles psicológicos AC Tijuana”, donde abordan tópicos relacionados con este y varios temas de la Psicología.

Y como dice mi compadre Pepe Hernández: vivimos tiempos aciagos y necesitamos afrontar los retos diarios con fortaleza, con la convicción de que para poder dar a los demás, requerimos primero estar bien de salud y protección nosotros.

* El autor es Coordinador del Área Pericial de Instituto INJUS.

En esta nota