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Tijuana víctima del terror de un Gobernador

Para nadie es ajeno el revanchismo político en donde integrantes de un partido, exhiben, denostan y persiguen a sus rivales de otras bancadas, haciéndolos parecer como los villanos del pueblo mientras ellos esgrimen la bandera del cambio, la pureza y la renovación.

Para nadie es ajeno el revanchismo político en donde integrantes de un partido, exhiben, denostan y persiguen a sus rivales de otras bancadas, haciéndolos parecer como los villanos del pueblo mientras ellos esgrimen la bandera del cambio, la pureza y la renovación. Siempre lo hemos visto y en nada nos extraña, pero esta vez el partido de López Obrador se ha volado la barda. Es la primera vez en la historia moderna en donde vemos el encono, tiranismo y hasta miedo de un dirigente estatal, en contra de un alcalde de su propio partido, mismo que es un fuerte contendiente a convertirse en el siguiente gobernador de Baja California, situación que lastima a una ciudad entera y que lleva el descarado estandarte de una vendetta. El gobernador Jaime Bonilla ya no se dedica a gobernar, ahora concentra todas sus energías en colocar a sus peones en el tablero estatal, para apoderarse de Morena y en un año, cuando termine su reinado, poder seguirlos “mangoneando”. Reconozco que es docto en esta materia, pues lo hemos visto colocar en puestos de bastante relevancia, a meros títeres de sus deseos, funcionarios sin voluntad propia y con nulo respeto al pueblo. Pero aquellos que no cumplen con el perfil de marionetas, son atacados con instituciones, operativos, burlas públicas y hasta con la lengua del propio gobernador en sus “mañaneras”.

El caso más descarado es el ataque sistemático en contra de Tijuana, sí en contra de una ciudad entera y lo defiendo de esta manera, pues atacar a las instituciones de seguridad pública, asistencia social (DIF) y ahora hasta las de servicios médicos municipales, pareciera que pretenden hacer quedar mal al alcalde Arturo González Cruz, pero lo que verdaderamente hacen es lastimar a miles de familias inocentes en un fuego cruzado, quienes reciben los vengativos cañonazos de un podrido Gobierno del Estado.

Resulta infame que un gobernador, ataque a una ciudad y su propio pueblo, por tal de frenar la carrera política de un alcalde a quien no puede manipular como marioneta de palo, tal como él está acostumbrado. Jaime Bonilla ha cruzado una línea que jamás se debería cruzar, atentar contra la gente más vulnerable e inocente, por terror a un presidente municipal. Ahora nos queda claro que lo mejor que pudo pasar este fatídico año, es que la SCJN no se vendiera ante los caprichos de un exitoso empresario, exigiéndole cumplir sólo con 2 años en el poder y no con 5, como el señor arteramente pretendía hacer.

*El autor es graduado de la licenciatura en Derecho de la UABC, escritor y conductor de radio.

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