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Tijuana desgastada

Si vives en Tijuana no te debe sonar ajena la experiencia de algún acto brutal o violento sucedido cerca de tu domicilio, en ciertos lugares es recurrente.

Si vives en Tijuana no te debe sonar ajena la experiencia de algún acto brutal o violento sucedido cerca de tu domicilio, en ciertos lugares es recurrente. Restos humanos en una maleta en la calle es el suceso de la semana reciente, ha habido en mi derredor cabezas humanas, asesinatos y mantas desde hace años. Vivir en el municipio más violento del país, hablando en homicidios por 100,000 habitantes, es una macabra experiencia. Como siquiatra escucho frecuentemente historias de experiencias traumáticas por violencia. Ser psiquiatra en Tijuana ha sido y es una experiencia singular.

Sin considerar factores como el multiculturalismo, migración y otros, resaltaría el de la inseguridad y la violencia, que son en esencia lo mismo. Recuerdo haber tenido que trabajar en el Colegio de Psiquiatras hace varios años, la clínica del secuestrado, cuando abundaba el secuestro. Fuimos punta de lanza en la violencia de este siglo, hoy en día hay otros municipios igualmente violentos, inclusive algunos francamente controlados por la delincuencia. Nuestra posición geopolítica nos hace mucho más vulnerables al crimen, es un punto clave de traspaso ilegal por la frontera, una plaza a conquistar. Muchos años fuimos la Meca de los criminales, la plaza más codiciada, eran otros tiempos. No eran tan bárbaros y fuertes los criminales, era sobre todo el narcotráfico. Sigue siendo una plaza clave, pero con varios cárteles en disputa.

Nuestra presidenta municipal no es la primera en tener que refugiarse, quizá sí, en una ciudad de este calibre. Es inquietante saber que la presidenta municipal está refugiada, viviendo con la Guardia Nacional, sus motivos tendrá, pero deja una mayor sensación de vulnerabilidad a la población. La pobreza y la migración son factores atractivos para la delincuencia, la corrupción y la impunidad son la otra cara de la moneda.

Si Trump ganara la presidencia militarizaría la frontera y seríamos un violento embudo; narcos, traficantes y criminales en general estarían desempleados, se incrementarían delitos como la extorsión y el robo. Habría Fentanilo de sobra, así como de otras drogas atoradas, y seríamos más consumidores, más violencia. A Estados Unidos no le interesa un vecino muy próspero, Brzezinki dijo “no queremos un Japón al sur de la frontera”.

Se necesita una propuesta sólida de resolución de tan complejo problema como el de Tijuana, propuestas de desarrollo y educación son a mediano o largo plazo eficaces. Es necesario detener tanta sangre, tanta barbarie. Una generación que ha crecido rodeada de violencia, una población que ha tenido que adaptarse para seguir funcionando, esto disminuye mucho la calidad de vida. Una ciudad con un trastorno por estrés post traumático agudo, en curso. El desgaste aumenta año con año y la mentalidad de nuestros jóvenes está distraída de su realidad.

*- El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.

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