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Tener la razón

¿Será que el objetivo de cualquier diálogo es encontrar quién tiene la razón?

¿Será que el objetivo de cualquier diálogo es encontrar quién tiene la razón?

En muchas reuniones de trabajo observamos cómo los líderes empresariales buscan frecuentemente tener la razón, como si tenerla nos asegurara tomar mejores decisiones.

Hoy los equipos humanos más eficaces no están dirigidos por líderes cuya opinión domine la de los demás. Al contrario, esos líderes son grandes inspiradores y sintetizadores de las ideas de sus colaboradores. Son provocadores de diálogos creativos donde la gran virtud es construir con las ideas de los demás.

Pero aun así los empresarios solemos ser dominantes en nuestras conversaciones y queremos siempre tener la razón.

Hace tiempo me topé, en el periódico El País de Madrid, con un artículo extraordinario de ese gran escritor valenciano que es Juan José Millás. El artículo se titula “Ternura”, y habla de las personas que acostumbran “llevar la razón”. Comparto aquí sus ideas.

El articuentista menciona que hay otros rasgos de carácter que se pueden corregir a través del tiempo, pero quitarse la inclinación de querer tener siempre la razón es como quitarse el vicio de la heroína: se puede, pero con enormes sacrificios.

Recomienda Millás nunca discutir con individuos necesitados de tener la razón en todo. No conduce a nada, más que a la infelicidad. Y tal vez ese comportamiento no es más que un reflejo de heridas ancestrales, de percibidos abandonos, de descuidos no intencionales. “Llevar razón es una forma de vengarse”, dice el escritor.

No estoy seguro de cuál infelicidad habla Millás, de los que requieren tener la razón o de los que discuten con ellos. O tal vez de ambos. La verdad es que siempre es inútil y desgastante una discusión así. En las organizaciones los equipos humanos terminan rechazando y sacándoles la vuelta a esos personajes, sean quienes sean.

Quien siempre quiere tener la razón es sin duda una persona infeliz. Enfada a los demás, daña las relaciones, pierde oportunidades de crecimiento personal y difícilmente evoluciona en su forma de pensar.

Teniendo la razón ya no necesitamos ser delicados, ni sutiles, ni inteligentes, ni educados. “Llevar razón te coloca por encima del bien y del mal”. Dejamos entonces de ser un miembro integral del equipo. Para qué van a discutir conmigo si yo ya tengo la solución de todos los problemas.

Hay empresarios que incluso me han comentado que las reuniones, los comités y grupos de trabajo no son realmente necesarios. Que ellos los hacen en su empresa para que los demás socios y directivos tengan un espacio donde descargar sus frustraciones y exponer sus discrepancias.

Añade el escritor: “Para intentar convencerte de sus argumentos, los llevadores de razón subrayan sus discursos con gestos en los que expresan lo absurdo que sería pensar de otro modo”. Esos dictadores de la verdad no dan pie a que exista otro camino más que el de ellos.

No es difícil distinguir a las personas que tienen esta conducta. Su manera de expresarse les delata. En una, o dos reuniones si acaso, ya los identificamos. Lo increíble es que pasado el tiempo sigan encontrando quien quiera discutir con ellos.

Todos conocemos amigos cuyo único propósito en la vida es tener la razón. No importa de qué tema tratemos con ellos, el resultado de la plática siempre será el mismo. Los líderes que no son capaces de compartir la razón terminan tratando de controlar hasta la vida de todos los que les rodean.

Ya hacia el final de su artículo, Millás nos comparte que “Siento una terrible ternura por ellos porque me recuerdan épocas de mi vida en las que yo mismo necesitaba llevar razón a toda costa”.

Yo confieso que también hubo temporadas de mi vida en que buscaba tener la razón a toda costa. Me he dado cuenta a través de los años que no pasa nada si no la tengo. Ahora disfruto cuando juntos descubrimos una nueva razón, una nueva vía.

Ahora me sorprende ver que la gente admira a personajes así, que siempre pretenden tener la razón. Hasta los políticos que se muestran como poseedores de la verdad absoluta son preferidos por la mayoría. ¿Será que hemos perdido la razón?

“Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

* El autor es presidente y socio fundador de CEDEM.

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