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Sin placas, sin licencia, sin cinturón: sin vida...

“No existe tal cosa como un accidente; es el destino llamado por otro nombre.” -NAPOLEÓN BONAPARTE.

“No existe tal cosa como un accidente; es el destino llamado por otro nombre.” -NAPOLEÓN BONAPARTE.

Esta semana inició con noticias desgarradoras sobre la muerte de media docena de motociclistas en la carretera México-Cuernavaca en el tramo conocido como Tres Marías. En ese camino, capitalinos salen a “rodar” en sus motocicletas, buscando emociones que solo se encuentran retando a la velocidad y a la vida misma. En esa búsqueda, algunos encuentran la muerte. En esa carretera, comúnmente suceden graves accidentes ante la falta de vigilancia y la irresponsabilidad de algunos que en ese camino encuentran el fin de sus vidas.

En esta ciudad y para cerrar la semana, ayer viernes veíamos en las noticias cómo de nuevo se daba un fatal accidente sobre la vía rápida Alamar, donde la velocidad y la impericia se combinaban para que perdiera la vida una mujer de 34 años quien salió expulsada de un auto producto de una volcadura; quedaron también heridos el conductor, otro adulto acompañante y un menor. El vehículo, era de los llamados “chocolate” por lo que muy probablemente no contaba con seguro; el conductor, según el parte policiaco no contaba con licencia de manejar y la fallecida no llevaba puesto el cinturón de seguridad. Una tragedia más, donde la irresponsabilidad de algunos y la indiferencia institucional crean un coctel tan peligroso y como común que ya no sorprende a nadie.

Esta es nuestra realidad en México y nuestro estado. Muchos accidentes que se pudieron evitar, pero que no ha estado dentro de las prioridades de nuestros gobernantes y políticos, aunque de ante mano sabemos, ha sido preocupación de los peritos en la materia.

Está demostrado que la seguridad y la cultura vial son temas sin importancia para las autoridades locales, pero también que no atenderlos nos han costado muchas vidas y pérdidas materiales. Sólo en nuestro estado, INEGI reportó 12,706 accidentes durante el 2020, mientras en el mismo periodo la ciudad de México, con más del doble de nuestra población tan solo se reportaron 6,549. Contrastando ambas entidades, sabemos lo complicado que le resulta la vida al ciudadano que se atreve a circular en la capital del país sin placas, seguro o licencia de manejar, y muy a pesar de que los capitalinos tienen la fama de “cafres”, la conducción defensiva los ha hecho muy diestros a la hora de operar un automóvil. Acá en nuestro estado, cualquier auto ilegal circula impunemente sin importar su condición mecánica o si su conductor cuenta con licencia y seguro.

Aunque en los últimos años se venía reduciendo la incidencia en nuestro estado marginalmente (debido según yo al aumento de la congestión vial), durante el 2020 aumentó considerablemente incidencia (76% más victimas que en 2019) y la gravedad en los accidentes ante una movilidad generalizada reducida (producto de la pandemia y menos congestión vial) sobre todo en vías rápidas como el Alamar y el corredor 2000 donde la falta de señalización, iluminación y vigilancia brindan las condiciones propicias para accidentes mortales sobre todo cuando la mezclas con la alta velocidad y la falta de cultura vial.

Es mi opinión que ha llegado la hora de darle la importancia debida a estos temas, que es momento de que nuestras autoridades asuman su responsabilidad y obliguen a los conductores a respetar leyes y reglamentos y con ello empezar a poner orden y seguridad en nuestras calles. Lo merecemos, en memoria de todos aquellos muertos que pudieron haber salvado sus vidas. El personal y el talento ya está en sus filas, pero desgraciadamente han sido históricamente ignorados. Escúchenlos por favor y hagan lo necesario para salvar vidas. Solo falta voluntad.

* El autor es arquitecto tijuanense, pro ciudades compactas.

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