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Ser mexicano

“La verdad es que mientras más enojado estoy con este país y más lejos viajo, más mexicano me siento”Jorge Ibargüengoitia

Desde su nacimiento, México ha sido un país sumido perpetuamente en la zozobra. No ha habido un momento en la historia donde el pueblo haya vivido con paz y prosperidad. Independencia, Primera intervención francesa, Intervención estadounidense, Guerra de Reforma, Segunda intervención francesa, Porfiriato, Revolución mexicana, dominación del PRI, Guerra contra las drogas. ¡No m*amen! ¡Ya dejen al p*nche pueblo mexicano en paz!

México es mi hogar. Le debo mi vida, familia y amor por la vida. Podré estar viviendo lejos de mi tierra en este momento pero mi corazón siempre estará allá. Muchos alegarán que no hay nada que festejar, somos un país sumergido en infinitos problemas (violencia, corrupción, pobreza) y tienen razón. México no es solamente sus colores y sabores, también es el cúmulo de tragedias que ocurren diariamente. México me hace reír pero también llorar. México es felicidad pero también tristeza. Pocos pueblos aprecian tanto la vida como el nuestro precisamente porque sabemos que en cualquier momento nos la pueden quitar. Celebrar el Día de Muertos resulta algo extravagante para el resto del mundo; para el mexicano celebrar la muerte es celebrar la vida.

Hay veces que me levanto, leo las noticias y me doy por vencido. ¿Cómo demonios atiendes tanta violencia, tanta pobreza y tanta corrupción? México siempre estará jodido. Al final, hay algo dentro de mí que no se rinde por completo. México es como un auto viejo que ya está muy fregado, pero sigue dando la lucha decorosamente. México no ha colapsado porque hay millones que aún sostienen este barco con su sangre, sudor y lágrimas.

Detesto romantizar la pobreza. Perpetúa esta idea de que el mexicano nace y muere jodido. Muchos políticos en el gobierno capitalizan esta idea para seducir a sectores del pueblo que se dejan engañar. El mexicano es mucho más que eso. Me quedo con los millones que salen a trabajar diariamente para que sus hijos puedan subsistir. Me quedo con los padres de familia que lo dejan todo para buscar a sus hijos desaparecidos. Me quedo con los que se levantan en contra del narco para proteger su modesto hogar en una modesta comunidad. Me quedo con el policía honrado que ganando una misera da su vida a pesar de ser ninguneado por todos. Me quedo con el joven que optó por ganar un salario miserable pero honesto en vez de unirse al crimen organizado. Me quedo con las mujeres que han tomado las calles para protestar la trágica situación de la mujer mexicana. Carajo, a todos ellos les hemos fallado.

Pertenezco a un sector socioeconómico para el que México ha sido un verdadero paraíso. He podido viajar a casi todos sus estados y presenciar su belleza, colores y sabores. No tengo un destino preferido porque tengo tantos me encantan. Asumo la responsabilidad de contribuir con millones más a construir un país más justo y libre para todos… o cuando menos dejarlo menos jodido de como lo encontramos. Los siguientes años serán especialmente desafiantes para las familias mexicanas. Las crisis simplemente no se acaban. Carajo, cuando menos dejen al pueblo festejar un 16 de septiembre en paz.

*El autor es abogado y estudiante de maestría en administración y políticas públicas.

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