Resistencia al cambio
La función principal de una estadística es indicarnos que tan bueno es un jugador o un equipo.
La función principal de una estadística es indicarnos que tan bueno es un jugador o un equipo.
Por décadas -quizá más de un siglo- hemos vivido encerrados con números que poco a poco van quedando evidenciados como datos que no cumplen con el objetivo principal de reflejar con claridad el rendimiento de un jugador.
En esta ocasión me referiré al lado ofensivo del beisbol y para ahorrarnos tiempo le diré que no hay estadísticas más obsoletas e incompletas para evaluar el desempeño de un jugador que el porcentaje de bateo, las carreras producidas y el número de cuadrangulares. Será difícil que usted lo acepte, pero esto es poco a poco.
No les tenga miedo, “medir” es todo lo que hacen y es un lujo que el deporte de beisbol permita evaluar y registrar de forma mucho más precisa el rendimiento individual, a diferencia de lo que ocurre en las duelas, los emparrillados o las canchas de futbol, donde lo individual depende en demasía del desempeño de los compañeros de equipo. Como bateador estás sólo y tu alma contra el pitcher y nadie te va a ayudar (a lo mejor el “ampayita” cuando no canta una esquina como strike), no así los lanzadores al inmiscuirse la defensiva, pero esa es otra historia.
Así que habrá que aprendernos esas siglas en lugar de burlarnos de sus nombres raros. Esas métricas son mucho más exactas que las tradicionales, esas que vienen en la biblia del beisbol y que fueron empleadas mucho antes del siglo pasado.
El beisbol ha cambiado, aunque en México la forma de medirlo se resiste al cambio. Afortunadamente en Estados Unidos ya van quedando en desuso -o sin el valor de antes- estadísticas como el porcentaje de bateo y se abre paso a datos más certeros como el OBP o el OPS por mencionarle algunos de los menos laboriosos.
No se trata de cambiar a nadie, ya que modificar las creencias humanas es de lo más complicado, sencillamente trataré de demostrarle que algunas de esas estadísticas con las que hemos estado alimentando nuestro apetito beisbolero no son tan buenas para la salud; quizá no sean del todo malas, pero enmascaran y esconden muchas datos importantes que nos impiden conocer toda la verdad.
Tenía pensado iniciar hoy con el porcentaje de bateo, pero por el espacio lo dejaremos para la próxima entrega, ya que también acabo de recordar el numerito que a mi juicio es el más injusto de todos y que por años ha sido lo primero que se revisa cuando se trata de pitcheo.
Me refiero al “Juego Ganado”.
Afortunadamente esa estadística murió en 2018, bueno, mejor dicho, dejó de ser relevante. Recuerde que ese año Jacob deGrom ganó el premio Cy Young de la Liga Nacional con sólo diez victorias.
¿Fue el mejor pitcher durante ese año pesar de tan corto número de juegos ganados?
Claro. De hecho sigue siendo el lanzador más dominante en Grandes Ligas, sin importar el número de victorias en su récord.
Entre los votantes de ese 2018, sólo un sufragio de primer lugar le impidió obtener el Cy Young de forma unánime.
DeGrom no fue el que más juegos ganó, -18 pitchers ganaron más juegos que él en la Liga Nacional- no fue el que más rivales poncho, ni el que más aperturas registró o el que más entradas lanzó.
Pero fue el líder de ERA, WAR, ERA+, FIP, Adjust Pitching Runs, Adjust Pitching wins, Base-Outs Runs Saved, WPA y Base-Outs Win Saved. Afortunadamente, quienes votan por el CY Young conocen muy bien de sabermetría y pudieron decidir de manera justa.
De Jacob deGrom se dice “que no sabe ganar”, pero creo que aplicaría mejor si modificamos la frase a “Mets no sabe ganar ni con deGrom”. El nacido en Florida ha hecho muy bien su chamba.
Y hoy para cerrar, le dejo este ejemplo que es recurrente..
George Brett, Rod Carew, Bobby Cox, Dennis Eckersley, John Schuerholz, Don Sutton, Dave Winfield y Robin Yount junto a cinco ejecutivos y tres miembros de la prensa con larga trayectoria integraron ese comité que le abrió la puerta a Morris.
Creo que, al final de cuentas, la diferencia para que Morris esté hoy en el Salón de la Fama y los otros no fue ese séptimo juego de la Serie Mundial que lanzó para los Mellizos contra Bravos en 1991.
Nos vemos en la parte alta del estadio Chevron SDQ
¡Goodbye, Horses!
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