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Problemas y vocaciones regionales

Existen en nuestro estado innumerables problemas que no debemos soslayar, que requieren del concurso de todos los ciudadanos para darles una solución y continuar por la “senda” del crecimiento y desarrollo económico.

Existen en nuestro estado innumerables problemas que no debemos soslayar, que requieren del concurso de todos los ciudadanos para darles una solución y continuar por la “senda” del crecimiento y desarrollo económico. No ha sido fácil integrar una gran comunidad venida de diferentes regiones del país, incluso hoy cohabitamos con extranjeros que buscan mejores condiciones de vida, pero el empuje que muestra la comunidad es inquebrantable. En nuestro entorno encontramos problemas de salud, falta de medicamentos, de equilibrio ecológico, de insuficiencia de energía eléctrica, problemas de escasez de agua, de tráfico vehicular, de inseguridad, de educación, de empleo bien remunerado y de crecimiento económico. Para seguir avanzando requerimos de inversión, de grandes capitales, pero para que estos capitales nacionales y extranjeros lleguen a Baja California, se necesita “seguridad” y compromiso de no atentar contra la propiedad privada.

Otro gran problema que es necesario señalar, aunque no es competencia de las autoridades del estado, es la inflación y endeudamiento interno de las finanzas del gobierno mexicano. Cada día que pasa se incrementan los precios de los productos de la canasta básica y de los energéticos, cuyos efectos en el poder adquisitivo de la clase trabajadora son devastadores. Sin duda, el problema fundamental en el estado se puede resumir en tres, la inseguridad, la escasez de agua y la falta de energía, todos estos inconvenientes le restan gobernanza y gobernabilidad a cualquier gobierno. En la ciudad de Mexicali, capital del estado, la contaminación, la basura y calles llenas de baches, son un inhibidor para la inversión a pesar de contar con la infraestructura necesaria para su desarrollo, el campo está abandonado sin incentivos necesarios para regresarlo a lo que fue en el siglo pasado, todo un bastión agrícola. San Felipe antes delegación del municipio de Mexicali tiene sus cuellos de botella en el impedimento a los pescadores a salir a pescar y en el no funcionamiento del aeropuerto que pudiera incentivar el turismo y la llegada de grandes empresas hoteleras.

En Tijuana, la falta de agua se ha convertido en un verdadero problema social por la explosión demográfica que ha provocado una gran demanda en el consumo de agua, pero también para atender las necesidades de los servicios turísticos y de la industria maquiladora de exportación de vital importancia económica para la región. Es evidente la carencia de un plan de desarrollo municipal que defina las inversiones en infraestructura para poner orden al tráfico vehicular que cada día se vuelve caótico e intransitable, pero lo más importante, insistimos, es la seguridad. En la ciudad de Ensenada y el Valle de Guadalupe es evidente la falta de agua para consumo agrícola, turístico y doméstico; las necesidades del vital líquido hacen impostergable el establecimiento de una planta desalinizadora, transformar el puerto actual en uno de alto calado para albergar embarcaciones internacionales con cruceros turísticos o con embarcaciones de carga para transportar mercancías a todas partes del mundo y hacer el sueño realidad de construir un ferrocarril Ensenada-Tecate.

En la ciudad de Tecate existe una gran vocación para incentivar el turismo rural y de campo, la agricultura y la llegada de industrias maquiladoras. San Quintín, ahí se ubica una de las regiones agrícolas del noroeste del país, y cada año atrae a cientos de mexicanos provenientes de estados del sur para la cosecha. Los jornaleros se quejan de largas jornadas de trabajo, sueldos mínimos, maltrato, horas extras sin pagar y despidos injustificados, además de la poca intervención de las autoridades. Aquí la problemática fundamentalmente es de carácter social por las reivindicaciones económicas y salariales y la carencia de servicios médicos para atender a los miles de migrantes que año con año llegan a estas tierras a levantar las cosecha. En conclusión, se puede decir que cada municipio o región tiene sus propios problemas y sus propias vocaciones económicas que habrán que impulsar. Estas asignaturas debieran ser consideradas para su tratamiento en un plan de desarrollo integral que recoja todas las demandas y necesidades de todos los sectores económicos y sociales, a través de una consulta que identifique prioridades y evitar la improvisación. Estos documentos son una guía de lo que deben hacer los gobiernos constituidos, pero además, dan certeza y rumbo.

*- El autor es economista egresado de la UABC.

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