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Pobreza laboral y desigualdad, grandes retos

Graves efectos está dejando la emergencia sanitaria derivada de la pandemia del Covid-19.

Graves efectos está dejando la emergencia sanitaria derivada de la pandemia del Covid-19. Mucho se ha hablado de que la economía mexicana de hecho venía con una tendencia a la baja en cuanto al crecimiento y se requería de mejores políticas públicas que incentivaran la inversión para poder revertir dicha tendencia.

Pero a esa contracción económica se sumó la pandemia que ha obligado a la paralización casi total al menos por dos meses de la economía y después de junio nos ha mantenido a niveles muy bajos de actividad. Sectores económicos operando a menos de su capacidad instalada y un sector servicios que ante la contracción de ingreso y el aumento del empleo se ha visto afectado en niveles alarmantes.

Para efecto de análisis se define la Pobreza laboral como la situación en que el ingreso proveniente del salario o prestaciones salariales del o los miembros de un hogar, no es suficiente para cubrir los gastos de alimentación de la familia, teniendo en ocasiones que recurrir a otras fuentes de ingreso para poder sufragar las necesidades básicas.

CONEVAL (Comisión Nacional de Evaluación de la política de Desarrollo Social) estima que la pobreza laboral en el país alcanza a 69.6 millones de mexicanos, lo que representa más de la mitad de la población del país. Es decir que a más de la mitad de los mexicanos, no les alcanza el ingreso percibido como pago a sus salarios para poder cubrir sus necesidades básicas de alimentación. Esta cifra se ha visto incrementada en el segundo trimestre del presente año, a consecuencia del paro de la actividad económica que nos obligó la crisis de salud generada por el coronavirus, periodo en que se incrementó en 24.4 millones de personas que se agregaron a los 45.2 millones estimados por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo hasta el primer trimestre de este 2020.

Este paro estacional a la actividad productiva de las empresas, que no sabemos con certeza cuándo termine, ha generado la pérdida de empleos y la caída de los ingresos de la población ocupada, mismos que han disminuido en 34 por ciento del primer trimestre donde el ingreso de los trabajadores era de 2,777 pesos per cápita mensuales, bajando hasta 2,068 per cápita pesos mensuales para el mes de mayo.

Estos datos reflejan la realidad de lo que está pasando en el mercado laboral y lo grave que se está tornando la situación económica del país de no definirse políticas públicas que logren frenar esa tendencia.

Esto es además una evidencia que las política social de carácter asistencial que se está implementando por parte de la administración pública, consistente en becas y ayuda económica dirigida a grupos vulnerables, que tienen un carácter más político y electoral que económico, no están contribuyendo a combatir la pobreza, sino que está condenando a las personas y las familias que viven del ingreso de su trabajo a un mayor empobrecimiento al disminuir sus fuentes de empleo y los niveles de remuneración real, derivado de la misma crisis que estamos viviendo.

El incremento de la pobreza y la desigualdad que se está dando, puede generar en el mediano plazo problemas de salud, inseguridad, violencia y otros problemas sociales cuyas consecuencias será muy difícil revertir. Además, de continuar el deterioro del ingreso salarial, podría darse problemas de hambruna, no derivado de la escasez de alimentos, sino de la ausencia del poder adquisitivo de la población.

Estos son los focos rojos que se están encendiendo y que los gobiernos no quieren entender, enfrascados en proyectos políticos y abandonando la política económica contra cíclica que tanto requiere el país.

* El autor es economista de profesión, fue presidente del Colegio Estatal de Economistas y vicepresidente del Colegio Nacional de Economistas.

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