Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Tijuana

Pobreza

Existen diversas situaciones involuntarias que pueden llevar a un individuo a la pobreza; el desempleo, los salarios insuficientes y las catástrofes naturales son algunas de las más frecuentes.

Existen diversas situaciones involuntarias que pueden llevar a un individuo a la pobreza; el desempleo, los salarios insuficientes y las catástrofes naturales son algunas de las más frecuentes. Asimismo, una enfermedad cuya recuperación exija gastos desmesurados suele ser el lamentable camino a la quiebra de muchas familias. Por otro lado, cabe señalar que el uso inconsciente del dinero puede acabar con grandes fortunas. Se suele considerar que una familia cae por debajo de la línea de pobreza cuando sus ingresos no le permiten alcanzar a la canasta básica de alimentos. Cuando dicha situación desesperada se extiende en el tiempo, se habla de pauperización. Los seres vivos no podemos evitar que nuestro sentido de supervivencia nos impulse a seguir avanzando cuando todo parece haber terminado; y es justamente la pobreza, la necesidad extrema, una de las situaciones sociales en las que muchas personas descubren cuán fuertes son. El sistema social actual no está preparado para que salgamos de un pozo tan profundo como la falta de techo y comida; no parece posible asistir a entrevistas de trabajo sin haber podido asearse, sin contar con ropa limpia y planchada. Mucha gente consigue atravesar estas etapas gracias a pensar diferente, a actuar como nunca antes lo habían hecho; no se dejan caer ante la imposibilidad de transitar el camino convencional. En ocasiones se utiliza el término subdesarrollo para hacer referencia a la pobreza, lo que supone un eufemismo. El subdesarrollo está vinculado a la incapacidad de un país o una región para alcanzar un adecuado nivel de desarrollo de sus habitantes. En México la política social para erradicar la pobreza lo único que ha logrado es hacer más pobres, el gobierno federal está empeñado en seguir haciéndolo, pero lo más lamentable es que los estados y municipios siguen esa política dictada desde un centralismo acérrimo que los obliga a repetir los planes y programas sociales destinados a erradicar la pobreza. Bajo el esquema de desarrollo social existen una secretaria federal con 32 delegaciones, 32 secretarías estatales y más de dos mil municipios, todos ellos encargados de combatir la pobreza. En su política social desarrollan fraccionamientos para pobres, casas para pobres, pequeñas empresas para pobres, regalan cobijas, despensas, televisores, refrigeradores, materiales de construcción y dinero para pobres, con esa política hay líderes sociales que viven de ser de pobres. Así no se combate la pobreza, la pobreza se debe combatir con acceso total de los niños a la educación, con escuelas de tiempo completo en donde se alimenten adecuadamente, que hagan deporte, impedir que un niño en edad escolar trabaje, impedir que desde pequeño sea estigmatizado como pobre, para quitarle el hambre hay que enseñarlo a pescar en lugar de darle limosna para que compre un pescado. La política actual en nuestro país es tener más pobres, el negocio electoral es mantenerlos así, anualmente se entregan miles de millones de pesos en combate a la pobreza, en diferentes programas, como adultos mayores, jóvenes becarios, etc. A nivel nacional en sueldos, salarios, prestaciones y operatividad de los programas para combatir la pobreza se gastan más recursos que lo que verdaderamente llega a las manos de los pobres. Mucho ayudaría que la Secretaría de Bienestar Social y todas sus delegaciones y contrapartes estatales y municipales desaparecieran, ese sería un buen principio para abatir la pobreza. Si no es así, el combate a la pobreza seguirá siendo el mejor negocio en este país.

*- El autor es ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana.

En esta nota