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Otra Ronda, Dir. Thomas Vinterberg

Mientras todos están viendo El Juego del Calamar en Netflix, hoy recomiendo volcar la mirada a la ganadora del Oscar como mejor película extranjera, que recientemente llegó a la plataforma.

Mientras todos están viendo El Juego del Calamar en Netflix (la cual he evitado por la inversión de tiempo que representa una serie), hoy recomiendo volcar la mirada a la ganadora del Oscar como mejor película extranjera, que recientemente llegó a la plataforma. El director danés Thomas Vinterberg basó la premisa de Otra Ronda en lo que aparenta ser una interpretación errónea o lectura muy superficial, de un escrito elaborado por el doctor Finn Skarderud, en el cual menciona que, “después de dos copas de vino la vida es muy buena y podemos creer que quizá hemos nacido con un déficit de alcohol del 0.05”. El error es obviamente intencional, Vinterberg incluso requirió del apoyo del doctor como asesor durante la filmación de la cinta. Durante una celebración entre cuatro maestros y amigos, es evidente que Martin (Mads Mikkelsen) no está del todo bien, es el único que decide no beber, pero es esa copa de vino, que finalmente decide levantar, la que se convierte en el parteaguas narrativo de lo que sucederá posteriormente. Los cuatro pedagogos comparten un estado mental que se encuentra en plena crisis de la mediana edad, simplemente cumpliendo con las formalidades de sus obligaciones. Uno de ellos explica la supuesta teoría de Skarderud, la cual deciden utilizar como pretexto para escribir una tesis psicológica en la que ellos mismos servirán como conejillos de indias. Lo que en realidad pretenden es escapar del ennui que ha invadido sus vidas, convirtiéndolas en algo repetitivo e insípido. Así, deciden embarcarse en el experimento, que consistirá en beber durante el día, en su trabajo (la escuela), y registrarán los efectos que esto tiene en su cotidianeidad, midiendo su nivel del alcohol constantemente conforme avanza el día. Los cambios son casi inmediatos, la disposición y entusiasmo con los que ahora comparten sus conocimientos contagian a sus alumnos, su rencuentro con la alegría de vivir es innegable. Sin emargo, los problemas inician cuando deciden seguir elevando el nivel de alcohol que consumen diariamente. Pasando los límites de dicho nivel, éste comienza a afectar sus vidas familiares y los amigos finalmente deciden detener el experimento, “debido a los inmensos efectos sociales negativos y miedo al alcoholismo”. Aunque quizá sea ya demasiado tarde. El proyecto que Vinterberg había iniciado como una mera celebración del alcohol y sus “bondades” se transformó, después de la inesperada muerte de su hija adolescente, tragedia que detuvo por un tiempo la producción, y se convirtió, tras su retorno a la filmación, en una celebración de la vida y su naturaleza efímera. Siendo fiel a sus inicios como fundador del movimiento Dogme 95, Vinterberg presenta su narrativa de manera cuasi documental, alcanzando un nivel de naturalidad que es escaso en las producciones cinematográficas. Tanto la fotografía como las interpretaciones son tan bien sintonizadas que logran hacer mucho más creíble una situación que de cualquier otra forma resultaría absurda. La inmersión en la normalidad de la vida danesa y sus costumbres incrementa la credibilidad y las actuaciones de Mikkelsen y sus tres coprotagonistas son de primer orden. Esencial en la construcción del guión y formando parte de la trama misma, es la filosofía de Kierkegaard, quien es citado en múltiples ocasiones para enfatizar los temas de la cinta conforme los amigos se enfrentan a distintos desafíos en sus vidas. La confrontación con el fracaso y la aceptación del mismo es de vital importancia para el filósofo danés, “debes aceptar que has fallado para amar a otros”. Y es que el que no es capaz de ver sus propias fallas demuestra una incapacidad para amarse y aceptarse a sí mismo y por ende no logrará amar a nadie más. Este es el tipo de razonamientos a los que se enfrentan los cuatro amigos docentes, durante la encrucijada de sus vidas.Ees ese el espejo momentáneo que el experimento alcohólico pone frente a ellos, y ante el espectador. Martin, tras los efectos del “experimento” y las inesperadas consecuencias que este ha ocasionado en los demás, despierta del estupor en el que se había convertido su vida y en particular su relación con su esposa, quien ya le ha confesado tristemente que no es el mismo Martin que ella conoció. La pregunta es si aún es momento de lograr rescatar lo que el tiempo y la rutina han resquebrajado. “Atreverse es perder momentáneamente el equilibrio. No atreverse es perderse a uno mismo.” Soren Kierkegaard. * El autor es editor y escritor en Sadhaka Studio.

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